Reconoce el Banco Central Europeo (BCE) que una de sus funciones puede ser actuar de prestamista en última instancia, en aquellos casos en que sea necesario, dado que el negocio bancario está siempre sujeto a la posibilidad de que los bancos comerciales tengan que hacer frente a retiradas masivas de depósitos, con el consiguiente peligro para la solvencia de los mismos. Porque si falta liquidez hay que vender, malvender, sus activos.

Vamos, que para evitar que los bancos tengan que malvender sus carteras y finalmente no pudieran hacer frente a sus obligaciones, el BCE estaría allí para dar los anticipos de liquidez necesario. En este caso, la crisis de liquidez puede generar una de solvencia.

Entonces, el BCE se lo regaló al Santander para que se disiparan esas dudas… en lugar de disiparlas él

Sin embargo, el BCE no puede estar anticipando liquidez en todo momento a las entidades sin asegurarse que estos fondos le serán devueltos. Es por este motivo que regula la solvencia de las entidades y exige garantías de los fondos que adelanta, los famosos colaterales. Así, vistas las cosas, un banco necesita ser solvente para no entrar en crisis de liquidez y necesita no entrar en crisis de liquidez para que no se volatilice su solvencia. Un lio de qué fue primero…

El Banco Popular entró en crisis de liquidez porque había dudas sobre su solvencia. El BCE algo le ayudó, pero poco, y al final se le colocó a alguien que transmitiera que era solvente. Probablemente, también habría salido adelante si el BCE le hubiera ayudado un poco más, dado que solvente era, aunque no en la medida que querían las autoridades.

​Y es que los reguladores empiezan a ser tan miedosos como los bancos privados

El Banco de Madrid era solvente, pero entró en crisis de liquidez porque la FINCEN lo puso bajo sospecha. Sospecha que acabó en nada. El BCE no sólo no quiso ayudarlo, sino que le retiró de manera anticipada, justo antes de que se declarase el concurso, toda la liquidez que le había prestado en el transcurso normal de sus operaciones. La liquidación del banco evaporó toda su solvencia y probablemente termine con una quita ligera (10-15%).

Los banqueros viven obsesionados con la liquidez como los pequeños empresarios con los gastos fijos. Un banquero se levanta todos los días con una deuda vencida inmensa y poco dinero en su caja. Al final del día respira cuando ve que pocos han ido a retirar sus saldos. Si fueran muchos, ni mucho menos todos, la liquidación sería un desastre. Pero no todas las crisis de solvencia tienen origen en la liquidez, algunas lo tienen en la imposibilidad de recuperar los créditos de baja calidad ni con el transcurso del tiempo. Si el problema fuera ese, dejar pasar el tiempo, para que se recuperen los valores, todo sería crisis de liquidez. Y la solución sólo una: liquidez o, lo que es lo mismo, aplazamientos en los cobros hasta que se pudiera. Pero a veces, y no puede ser de otro modo, los negocios colapsan definitivamente y nunca podrán ser repuestos los fondos recibidos para llevarlos a cabo.

​Moraleja: no dependamos tanto de los bancos centrales

Se quejan ahora los banqueros del BCE de que para adelantar liquidez en el transcurso normal de las operaciones exige continuamente garantías (colaterales) que le aseguren la recuperación de su anticipo. Que antes no era así. Es posible, pero debe ser que ya no se fía el BCE de la solvencia de sus prestatarios… y eso que tiene el acceso a sus cuentas.

Así, está claro que tanto para los empresarios como para los banqueros sólo hay un camino tras la última gran crisis: más solvencia y menos endeudamiento. Todo lo demás son parches que arreglan algunas situaciones, pero no todas ni la más importante: el fracaso empresarial existe y no tiene necesariamente culpables. Un mal diseño de la política monetaria, la crisis de 2008, sí: el Banco Central Europeo y su empeño en financiarlo todo. Ahora parece que quiere rectificar (más solvencia) pero con la receta equivocada (más liquidez) pero eso sí, con garantías. Que si no cobra alguien, que sean los otros.