El líder del PP vende los éxitos de la estrategia nacida en Valencia El líder del PP, Mariano Rajoy, anda estos días tratando de vender a la opinión pública que la estrategia nacida del Congreso de Valencia está dando sus frutos. La estrategia consiste en un centro-reformismo pero a lo bestia. Con acercamiento a los nacionalistas incluido. Hasta Rajoy lamenta haber presentado el recurso de inconstitucionalidad. A ese nivel estamos. Total, que Rajoy señala que él es alternativa, que se ha abierto una nueva etapa que deberá de culminar con una victoria popular en las generales. Sería el triunfo de un PP blandiblu hecho a imagen y semejanza de su actual líder, Mariano Rajoy. No es exactamente el mismo discurso que el empleado por Mayor Oreja, empeñado en vender valores. No definidos, pero valores. Son el mismo partido, pero no son igual.
Por lo demás, Zapatero atraviesa sus peores momentos. Tanto que no se atrevió a dar la cara en la noche de la derrota electoral. La ciudadanía ha empezado a desconfiar no sólo de su palabra sino de su capacidad para afrontar una crisis galopante. La peor vivida por Solbes. Sus caprichos empiezan a mosquear internamente. Avalar a Pajín a pesar de su horterismo y de su fracaso, no es digerido por los González. Y todavía viven. Lo de Bibiana es de juzgado de guardia. La critican hasta las feministas. El careto de De la Vega en la rueda de prensa de la derrota no lo cura ni la explicación de que estaba empastillada. Y sobre todo, el desastre económico en manos de una funcionaria como Salgado hace todo menos sembrar confianza. La política económica sigue en manos de su Oficina Económica. Zapatero no se fía de nadie. Y está cada vez más sólo. Hasta en la decisión del cierre de Garoña.
Por lo demás, Zapatero atraviesa sus peores momentos. Tanto que no se atrevió a dar la cara en la noche de la derrota electoral. La ciudadanía ha empezado a desconfiar no sólo de su palabra sino de su capacidad para afrontar una crisis galopante. La peor vivida por Solbes. Sus caprichos empiezan a mosquear internamente. Avalar a Pajín a pesar de su horterismo y de su fracaso, no es digerido por los González. Y todavía viven. Lo de Bibiana es de juzgado de guardia. La critican hasta las feministas. El careto de De la Vega en la rueda de prensa de la derrota no lo cura ni la explicación de que estaba empastillada. Y sobre todo, el desastre económico en manos de una funcionaria como Salgado hace todo menos sembrar confianza. La política económica sigue en manos de su Oficina Económica. Zapatero no se fía de nadie. Y está cada vez más sólo. Hasta en la decisión del cierre de Garoña.