Sr. Director:
ETA se ha presentado en la última década a las elecciones con distintos nombres. Primero fue Herri Batasuna. Luego, Euskal Herritarrok. Más tarde llegó Batasuna. A continuación, Sozialista Abertzaleak. Lo intentó sin éxito con Aukera Guztiak. Después, con el Partido Comunista de las Tierras Vascas. Y ahora prueba con Abertzalen Sozialista Batasuna.
Siete veces la banda terrorista ha cambiado las siglas de su brazo político para poder mantener la estrategia del asesinato y el chantaje independentista.
HB quebró con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. EH perdió toda la credibilidad con la tregua trampa de 1998. La Ley de Partidos ilegalizó de seguido a Batasuna, Sozialista Abertzaleak y Aukera Guztiak. El Partido Comunista de las Tierras Vascas no existiría a estas alturas de no ser por la bondad de Zapatero, que en cuestión de minutos ve indicios para ilegalizar a Abertzalen Sozialista Batasuna pero en dos años dice no haber encontrado rastro de delito en el PCTV.
Los simpatizantes de ETA siempre saben a quién votar. Es fácil. Tan sólo tienen que esperar a que la cara política de los terroristas les indique la papeleta a escoger. Ese rostro se llama Arnaldo Otegi. Dan igual los candidatos, el logotipo o el nombre del partido. No importa. La marca es ETA y Otegi es su imagen.
El Gobierno de Zapatero persigue a la nueva careta batasuna pero, en cambio, tolera que el fiscal deje libre a quien se esconde detrás.
Cada vez que Otegi comparece en rueda de prensa o convoca una manifestación o celebra un mitin, hace y deshace en nombre de ETA. Apología del terrorismo, enaltecimiento de la banda, injurias al Rey de España, amenazas... Sin embargo, Zapatero, sus ministros y el fiscal general permanecen sordos a los despropósitos de Otegi. ¿Qué le debe Zapatero a estos individuos para permitir todo esto?
Joaquín Reina González
sorbedruna@hazteoir.org