La disciplina que reina en el Ejecutivo Zapatero es muy loable. Los ministros se asesinarían con gusto, pero todos callan con sigilo.
Así, calla la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, que intentó pararle los pies al su compañero de Fomento, en teoría su subordinado, José Blanco, quien un día dice que va a aumentar el gasto y el otro que hay que subir los impuestos.
Salgado se ha quejado de las impertinencias de Salgado ante Zapatero y éste le ha respondido con una nueva bofetada: será él quien, por vez primera en más de seis años, presida la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, el jueves 26. Es una forma de desautorizar la reunión más importante que afronta cada semana todo ministro de Economía. De hecho el único ministro del ramo que existe es Zapatero.
Para José Manuel Campa, el secretario de Estado de Economía, la voz más independiente, esto no puede seguir así. El hombre más respetado por el mundo empresarial y por los mercados, amenaza con dar el portazo si ZP sigue dando virajes a su política económica, creando un régimen de inseguridad permanente. Un ejemplo: Salgado no tiene claro qué es lo que va a decir Blanco en el Parlamento, el jueves 26 sobre el plan de infraestructuras.
Miriam Prat
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