Basada (muy libremente) en relatos de Isaac Asimov, Yo robot es un thriller futurista más cercano al género de acción que al de ciencia ficción, lo que ha provocado la protesta de los seguidores de Asimov (la red está llena de webs que piden el boicot de la película).

El escenario se desarrolla en la ciudad de Chicago, en el año 2035, y arranca con el presunto suicidio del considerado inventor de la robótica y autor de las Tres leyes, un código de conducta para seres artificiales. Se da la circunstancia que esta inesperada muerte se produce cuando está a punto de lanzarse a la sociedad el modelo más sofisticado de robot: el denominado NS-5, que cuenta con muchas más aplicaciones que máquinas anteriores. Un detective de policía (Will Smith), bastante escéptico ante los avances de  la inteligencia artificial,  será el encargado de investigar el extraño fallecimiento del científico.

Como suele ser usual en las películas del género de ciencia ficción, Yo, robot, argumentalmente, tiene influencias de las míticas 2001, Una odisea del espacio y también de Blade Runner. No obstante, Yo robot es mucho más ligera en su planteamiento y, como consecuencia de ello, su atmósfera y su tono inquietante se rompe en muchas secuencias para lucimiento de Will Smith y su particular humor. Y es que la película de Alex Proyas es un producto bien hecho (magníficos los efectos visuales supervisados por John Nelson), muy entretenido y dinámico pero, en ningún caso, una película revolucionaria dentro del género de la ciencia ficción.

No obstante, y a pesar de su contenido superficial, hay algunas sentencias que deberían hacer reflexionar al espectador medio. Así, en un momento dado de la película, la doctora Calvin  (Bridget Moynahan) afirma que fue incapaz de destruir un robot (Sonny) porque era un espécimen único. Sin duda, los partidarios del aborto no prestarán interés a esta frase crucial.