Sucedió en el Hospital público de Manresa y la protagonista, una directiva de dicha institución, de cuyo nombre preferimos no acordarnos aunque sí de su condición nacionalista y, como buena correligionaria de Carod-Rovira, originaria de la provincia de Córdoba.
Días atrás, la susodicha apareció acompañada de su padre en el departamento de Cardiología para que le hiciesen una prueba, fue entonces cuando se percató de que el enemigo estaba dentro : un crucifijo estaba expuesto en una de las paredes. La jefa ordenó quitarlo pero se encontró con la oposición de su propio padre: ¿Para esto te he educado en un colegio de monjas? La susodicha se encoquina y ordena a una auxiliar que retire el pernicioso símbolo. El padre, que para eso es padre, le dice que lo retire ella misma, cosa que, en efecto, realiza. Al día siguiente, ya sin la presencia física de su padre, la mencionada señora ordena la retirada de todos los crucifijos del mencionado hospital. Si algún paciente desea mirar al Crucificado tendrá que llevárselo de su casa y tenerlo entre sus manos no vaya a ser que