Sr. Director:

Como han hecho otros muchos. Lo he decidido. No puedo aguantar más. Estoy cansado de soportar en silencio, no mis hemorroides, sino mi secreto. Ahí voy.

Hace tiempo que se me nota. Mucho. ¡Hombre!, mucho no, porque sólo tengo 32 años; pero se me nota: por mi forma de vestir, por mi forma de hablar, por los sitios que frecuento... Estoy harto de callarme, y lo grito, lo grito bien alto: ¡!Soy Católico y español!!

Me emociono cuando suena el himno de España, mis tres hijos (sí, sí, tres con 32 años) disfrutan viendo la bandera que hay izada en la Plaza de Colón, y la reconocen por cualquier sitio al que vayan. He nacido en Pamplona, pacido en Zaragoza y vivido en Barcelona y Madrid, y viajo por toda España, pero antes que nada, me considero español. Sigo soñando con dejar a mis hijos una España mejor que la que encontré y se me pone un nudo en la garganta cuando recuerdo el Imperio que llegamos a ser y que estoy seguro que volveremos a ser.

Voy a Misa todos los domingos y procuro hacerlo también entre semana, y rezar un poco por los que no rezan. Enseño a mis hijos a rezar. Pago dos colegios para cada uno de mis hijos (el público con mis impuestos, y el privado –y laico, de inspiración religiosa- con mis dineros) y no me gustaría que ninguno de ellos, aunque en la tele digan que se conoce a gente maravillosa, me saliera maricón.

Me case en el 2000 con 28 años ¡¡y virgen!! y no creo tener ningún trauma por ello. Ni se me cayó a trozos, ni se me oxidó, ni me dejó de funcionar, ni creo ser anormal... Soy fiel a mi mujer y ella es fiel a mí. Nos queremos.

Me gusta ir a Estados Unidos. Me encantan muchas de las cosas que hay allí. Su sentido de la familia, de la patria, de la bandera. Su capacidad de lucha y de superación. Creo que esta ola de antiamericanismo es pura envidia por lo que son, representan y pueden hacer. O ¿acaso nos gustaría ser tan subdesarrollados como los rusos?, ¿o tan tristes como los Escandinavos?, ¿o tan fríos como los Alemanes y Franceses?... Ahora, donde esté pincho de tortilla y caña que se quite el Big Mac.

Seré un antiguo, un retrógrado, un facha, un lo que quiera, pero en mi casa no se compra El País. Canal y Localia no están sintonizadas en la televisión. Javier Sardá y Borisgay me parecen los peores educadores sobre la faz de la tierra, y lo reconozco, me jode que ganen tanto dinero por lo que hacen, que es "adoctrinamiento" al más puro estilo soviético, al igual que toda la tropa que vive de salir en la caja tonta.

Creo que este país se merece algo mejor y que entre unos cuantos "salidos del armario" como yo, podremos arreglarlo.

Muchas gracias señor director, pero desde fuera del armario, al menos se respira mejor... Esto es un gozo. Ojalá haya más que abran "su armario"...

Carlos Andreu Pintado

candreu@hotmail.com