Desde su medio de comunicación se viene denunciando con clarividencia y firmeza la campaña de persecución contra los católicos que a escala mundial estamos viviendo.
Los católicos son y han sido siempre la religión más perseguida. Pero tradicionalmente se trataba de persecuciones religiosas locales, motivadas por fanatismo político, como las de Fracia en el siglo XVIII y XIX, o en España en los años previos y durante la Cruzadas; o bien por fanatismo religioso de extremistas de otras religiones: desde las persecuciones de los romanos en el siglo III y IV hasta las recientes en la India, Paquistán o Iraq ni un sólo año de la Historia se ha cerrado sin un mártir católico.
Sin embargo, existe un plan global para borrar el catolicismo de la faz de la tierra. No se trata ahora de movimientos locales, sino de todo un entramado de organizaciones de todo ámbito que arremeten contra la Iglesia, los católicos y su moral de forma constante y sin escrúpulos.
Desde las instituciones de Naciones Unidas, hasta los grandes grupos de comunicación, pasando por estudios de cine, empresas de todo tipo, y por supuesto asociaciones políticas, se denigra el orden natural y los valores morales occidentales, de base fundamentalmente católica.
El último ejemplo lo da, sin ningún pudor, una asociación que se dice defensora de los derecho humanos. Lo publica Manifiesto por la Vida. Según la organización Human Right Watch Argentina es un país criticable por ser católica: los intereses nacionalistas, sumados a un discurso católico ortodoxo sobre valores familiares, han fundamentado históricamente algunas de las políticas contra los métodos anticonceptivos y a favor del crecimiento demográfico más influyentes de la región. Esto es, es una nación que se opone a permitir el aborto.
La identificación que hacen grupos que se dicen defensores de los derechos humanos como Amnistía Internacional, o HRW, de éstos con el aborto, coloca automáticamente a los opositores al descuartizamiento de bebés entre los enemigos de los derechos humanos, como pueden ser las dictaduras comunistas de China o de Corea del Norte. Con la diferencia de que contra éstas, nunca emplearán tantos recursos ni esfuerzos por destruirlas.
Debemos rezar para que el Señor nos haga fuertes en nuestra fe, pues vienen tiempos de persecución.
Luis Escobar y Álvaro