Ahora ya sólo falta que la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, solicite que se abran otras con fosas para encontrar los restos de los españoles, especialmente los católicos, asesinados durante la II República y la Guerra Civil, pues muchos de ellos no fueron encontrados. Así podremos conseguir un país de pico, pala y rencores.
Y esto es bello e instructivo porque, además, de este modo la derecha podría apuntarse muchos tantos. La II República feneció al terminar la Guerra Civil, y durante sus ocho años de vida los asesinatos de civiles con juicio -especialmente por odio a la fe- superaron con mucho a los perpetrados por los franquistas. Además, como Franco ganó la contienda resulta que los muertos, tras 1939, tuvieron tutela judicial, lo que no ocurrió con muchos de los asesinados durante la II República y la Guerra Civil. Es más, si hablamos de asesinatos, no de muertos en el frente o de condenados a la pena capital, resulta que los franquistas pueden poner sobre la mesa más víctimas que los republicanos.
Salvo, claro está, que Jueces para la Democracia pretenda que el asesino demócrata es menos asesino que el asesino fascista, en cuyo caso me callo, porque, en tal supuesto, los primeros homicidios serían la obra de unos 'incontrolados' mientras que lo segundo sería un genocidio fascista, el término favorito del juez Baltasar Garzón.
Eulogio López
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