Con una intervención excepcional, la Academia Pontificia para la Vida, ha pedido no dejar que muera Terri Schiavo, la mujer a quien los tribunales estadounidenses han dado menos de tres semanas para seguir recibiendo alimentación artificial.

Si se le quitan las sondas que actualmente la sustentan, la mujer, que no se encuentra propiamente en estado vegetativo profundo, pues es capaz de reaccionar a estímulos externos, morirá de hambre y sed.

Los padres de Schiavo, que han protestado contra la decisión del juez, han pedido a los tribunales el divorcio de la hija de su marido, a quien acusan, entre otras cosas de adulterio. Ha sido el marido quien ha pedido a la Justicia el que se interrumpa su alimentación.
El obispo Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, ha pedido que se salve su vida a pesar de que «no es costumbre el que esta Academia intervenga para apoyar casos concretos de sufrimiento humano o de amenazas contra la vida».

«Sin embargo, el caso de la señora Schiavo no es una simple situación individual, a causa de su carácter ejemplar y de la importancia que los medios recomunicación le han atribuido», ha afirmado el prelado en declaraciones transmitida este sábado por «Radio Vaticano».

«En este caso, el silencio podría ser interpretado como aprobación, con consecuencias que irían mucho más allá de este caso. Por lo que hemos sabido, la señora Schiavo parece que se encuentra en una especie de estado vegetativo subliminar, al límite de la conciencia, que podría definirse como "estado mínimo de conciencia" (MCS, por sus siglas en inglés)».

«Desafortunadamente no se han realizado los exámenes médicos oficiales ni estudios sobre la paciente para aclarar su estatuto neurológico. No podría tomarse ninguna decisión sobre la vida de una persona sin hacerse estos estudios, y, en caso necesario, habría que efectuar exámenes comparados de varios expertos», afirma.

«La señora Terri Schiavo puede ser considerada como una persona humana viva, privada de una conciencia plena, cuyos derechos jurídicos tienen que se reconocidos, respetados y defendidos», asegura el prelado.

Por este motivo, asegura el presidente de la Academia, creada por el Papa en 1994, «en estas condiciones, quitar la sonda de alimentación puede ser considerado como eutanasia directa».

«En este caso, la sonda gástrica de alimentación no puede considerarse como un "medio extraordinario" y ni siquiera como un medio terapéutico. Forma parte de la manera en que puede alimentarse la señora Schiavo» e «impedir el agua y la alimentación a una persona es una manera de matarla».

«La decisión de quitar la sonda gástrica que alimenta a la señora Terri Schiavo ha sido tomada por un juez --recuerda monseñor Sgreccia--. No queremos opinar sobre las consideraciones secundarias que afectan a este caso, como los problemas familiares y económicos. Pero, si tomamos en cuenta exclusivamente los aspectos médicos y antropológicos de este caso, nos sentimos con el deber de afirmar que esta decisión va en contra de los derechos de la persona de la señora Terri Schiavo y constituye por tanto un abuso de la autoridad jurídica».

«Si esta decisión fuera confirmada y comportara la muerte de Terri Schiavo, se crearía un precedente jurídico y se presentaría la eutanasia como un derecho ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, con las graves consecuencias que se pueden fácilmente imaginar para las vidas de muchas personas más o menos autónomas en ese país o en otros países».

«Por estas razones, consideramos ilícita la decisión de quitar la sonda gástrica de alimentación a la señora Terri Schiavo», concluye el obispo.

ZENIT.org