Recep Tayyp Erdogan, vencedor en las elecciones turcas, por mayoría absoluta, no es más que un fundamentalista islámico, heredero de un partido cuyos líderes paseaban con sus mujeres a varios metros de distancia, con el cabello cubierto. Pero ahora, por mor de las consignas políticos, ha pasado a ser en España un partido, y un líder "islamista moderado", que es algo así como "político sincero", "periodista humilde" o "juez ecuánime": una contradicción en sus propios términos, en origen.

La prensa progresista europea, tanto de centro-izquierda como de centro-derecha, le ha otorgado el precioso galardón de la moderación al mismo personaje que amenazó con dejar plantado a un jefe de Estado llamado Benedicto XVI, al mismo que, ante un impotente como ZP, su socio en la Alianza de Civilizaciones, afirmaba que "no se podía permitir que Europa fuera un club cristiano", dejándonos en el más absoluto de los desconciertos: si Europa no es cristiana, ¿qué es?

Esta es la cuestión clave. Veamos, el gran mérito de Erdogan consiste en haber caído en la cuenta de que el laicismo occidental es perfectamente compatible con la tiranía islámica. Sí, en primer lugar, porque el laicismo occidental, por ejemplo el del Gobierno español, no es ausencia de religión en la cosa pública, sino cristofobia pura y dura. Cuando ZP, por ejemplo, advierte que "ninguna fe puede situarse por encima de la ley", lo que quiere decir, es que la fe cristiana –las demás no importan- no pueden influir en la normativa socialista, y que cuando legisle contra los cristianos, lo que tiene que hacer la Iglesia es callarse.

Pero lo que sí es compatible es el laicismo con el Islam, aunque la apariencia externa sea la contraria. Es compatible porque se enfrentan unas reglas contra la ausencia de reglas, contra el relativismo laicista. Porque el problema de Occidente es que no creen en nada. Verbigracia: se da la circunstancia, por decir algo, de que en España proliferan las mujeres vestidas a lo islámico sin que nadie les moleste, pero una mujer no puede enseñar el cabello, en Irán. En el reino Unido hay más conversiones al Islam que al anglicanismo, y en Francia se crean más mezquitas que iglesias. En Madrid y Cataluña proliferan las mezquitas pero en Arabia Saudí no puede hacer una Iglesia, y el mero hecho de poseer una Biblia puede ser castiga con la tortura o la muerte.

Cosa distinta sería si los occidentales creyeran en Cristo. Entonces Erdogan no sería aceptado en la Unión Europea o dejaría de ser Erdogan.

Lo explicaré de otra forma. A fin de cuentas, basta con ver la tele para obtener respuestas a los aparentemente inextricables porqués de lo que ocurre en el mundo. Ejemplo: canal 24 horas, debate sobre el asesinato del cineasta Theo Van Gogh a manos del islamista marroquí Mohammed Bouyeri, de 26 años de edad, que no ha mostrado el menor arrepentimiento por el hecho. Una periodista holandesa nos expone el enigma: ¿Cómo es posible que el marroquí, nacido en Holanda, que fumaba porros se convierta en un fanático asesino?

Todo esto recuerda la preparación que el Gobierno holandés propone para aspirantes musulmanas a residir en Holanda: visionado intensivo de mujeres en ‘topless'. ¿Lo han cogido? La civilización occidental consiste en fumar porros y desnudarse en la playa… y hasta fuera de la playa: ¡La cumbre de la civilización!

Y a todo esto, ¿cuál es la diferencia entre Cristianismo e Islam? ¿De dónde su radical incompatibilidad? Pues, además de la doctrina, en la que Islam se convierte en una caricatura externa del Cristianismo, la diferencia radica en la libertad. Entre los mahometanos, la unión entre política y religión es lógica, porque el Islam es la religión de la fe (como el judaísmo es de la esperanza y el Cristianismo de la caridad). Alá ordena, y lo lógico es obedecerle. Pero el Dios cristiano es poco amigos de mandamientos: siempre corteja, jamás seduce. No puede ni salvar al hombre si el hombre se niega colaborar. El primer dogma del Cristianismo es que el hombre es fiel porque le da la realísima gana. Respecto al Corán… ya se sabe lo que propone con los infieles. Por eso, los cristianos llamamos Padre a Dios, mientras que para un mahometano, calificar a así a Alá sería unas blasfemia.

Lo mismo ocurre con las prohibiciones de todo código moral. En Irán han ejecutado a un grupo de adúlteros y homosexuales. En el Occidente cristiano no se ejecuta ni a unos ni a otros pero es que, además, ¿acaso alguien duda de que la homosexualidad ha sido y es práctica más habitual en el Oriente musulmán que en el Occidente cristiano? Por favor, si la homosexualidad está presente hasta en Las Mil y una noches. Lo que ocurre es que en Oriente son más conscientes de la degradación que supone, y no están dispuestos a ensalzar el orgullo gay o el gaymonio: eso sólo lo hace ZP.

Por eso, Turquía no debe penetrar en Europa y por eso no puede existir alianza de civilizaciones, porque no pueden aliarse una civilización del libre albedrío con otra basada en el Imperio.

Y por eso mismo, laicismo e Islam son perfectamente compatibles, siempre que caigamos en la cuenta de cuál es el final de la película: con el triunfo inexorable del Islam… "porque nosotros creemos en algo y vosotros no creéis en nada".

Eulogio López