La entrada de Italia en recesión es, en primer término, una cuestión meramente estadística. Si el Producto Interior Bruto (PIB) se contrae dos trimestres seguidos se entra en ese maleficio. Y como su PIB ha caído un 0,2% entre mayo y junio -después del revés del 0,1% del primer trimestre-, pues sí: está en lo que los economistas -y hasta los periodistas- llaman recesión técnica.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta la peculiaridad del país, en el que sonaron las campanas del rescate europeo con el mismo diapasón que en España, cuando ya estaban en ese difícil trance Grecia, Irlanda y Portugal. No hay que olvidar, a este respecto, la cruda realidad del país transalpino: siendo como es la tercera economía de la zona euro sólo ha tenido un trimestre de crecimiento económico en tres años (el último de 2013). Sólo la locomotora alemana y Francia superan a Italia, que 'pesa' más que España, a pesar de los esfuerzos de Aznar para superar ese bache, aunque sin éxito.

También para Renzi, como para Rajoy, la familia debe ser la unidad básica del Estado
¿Qué trascendencia tiene, entonces, el dato del PIB italiano, aparte del posible efecto negativo en la zona euro o que complique los esfuerzos de Renzi (en la imagen) para sanear el país Fundamentalmente uno: el retraso en la recuperación italiana atizará el debate sobre las reformas. Porque si el país no crece lo suficiente va a ser muy difícil que escape de la maldición del déficit público excesivo. Tendrá que hacer, por tanto, más piruetas para cuadrar los gastos y los ingresos fiscales del país. Va a tener a Bruselas detrás, con su guadaña, por mucho que le quieran quitar hierro el comisario europeo de Asuntos Económicos o el ministro italiano de Economía.

Como el debate de las reformas lleva aparejado el de los ajustes y los recortes, senda en la que van a entrar sí o sí, lo más deseable sería, en castizo, que cogieran el toro por los cuernos. Italia tiene el mismo problema que España, una administración pública sobredimensionada y poco eficiente, pero Renzi, el primer ministro, no debería olvidar, como tampoco Rajoy, presidente, que la familia es la unidad básica del Estado y que el Estado existe para defender a la familia.

Mariano Tomas

mariano@hispanidad.com