Aunque la Dictadura argentina y su represión están a fondo de este drama, Todo el bien del mundo trata, fundamentalmente, sobre la forma de afrontar el futuro cuando el pasado está lleno de sufrimiento. Una historia que habla de memoria y olvido.

 

Isabel, una mujer madura que acaba de ser operada de cáncer, descubre que su marido, al que creía muerto veinte años atrás victima de la Dictadura militar argentina, vive en un pequeño pueblo en el Sur de Argentina. Con la esperanza de que recupere la memoria y su pasado en común, Isabel viaja junto con sus dos hijas hasta ese recóndito lugar.

 

El argentino Alejandro Agresti, que cuenta en su filmografía con películas tan encantadoras como El sueño de Valentín, es el guionista y director de esta comedia dramática, con cierto aire añejo, que recuerda tanto por su argumento como por la forma de afrontarlo a algunas películas sentimentales españolas de los años 60.

 

Un drama que apuesta por el amor verdadero y que analiza temas cómo la crisis de identidad que se produce en los hijos criados sin padre o que sufren por una separación.

 

Aunque la mayoría de personajes que desfilan por la pantalla son muy humanos y están muy bien descritos, otros caen en el histrionismo. Es el caso del personaje de Miguel, el profesor de música (interesado sentimentalmente por la hija mayor de la protagonista) que tal cómo está definido no está muy claro si es demasiado inocente o roza la idiocia.

 

Todo el bien del mundo sin ser una película redonda resulta una producción agradable.

 

Para: Los que les gusten los dramas sentimentales