Sr. Director:

Lo hemos visto y nos llena de esperanza. Algunos -empezando tal vez por la prensa internacional- se habrán tapado los ojos porque se rehúsan a aceptar la realidad.

Las procesiones de Corpus, realizadas en distintos puntos del globo, nos han permitido ver algo mucho más grande que una marcha, una pía tradición o una manifestación masiva. Ni quejas, ni protestas, ni reclamos contra nadie. Hemos visto mucho más.

Ha sido un grito de fe, manifestada en oración, silencio, canto y alegría. Hemos visto el testimonio elocuente de quienes hoy creen y siguen al mismo Jesús vivo que caminó hace 2000 años por las sendas polvorientas de Galilea. Ahora, el mismo Jesús ha recorrido también vías asfaltadas, ha pasado entre los negocios y plazas de las grandes urbes. Y, como entonces, multitudes han salido a su paso para verle y para seguir sus huellas.

Esa fe está más viva de lo que algunos creen. Sólo hace falta seguir aprendiendo el modo de sacarla a las calles, llevarla a la vida social y cultural, dejar que impregne todos los ámbitos de nuestra sociedad contemporánea. Porque la luz debe ponerse sobre la lámpara para que alumbre.

Ignacio Sarre

equipogama@arcol.org