Danny Boyle es para muchos cinéfilos, sobre todo jóvenes, una de las grandes esperanzas del cine británico. Y hasta cierto punto es lógico. Si reparamos que en su filmografía, encontramos títulos tan originales como Millones o tan terroríficos como 28 días. Como en esta última, en Sunshine se aborda la posible desaparición del género humano pero, en esta ocasión, por una causa climática.

La nave Icarus II tiene como misión llegar al sol (que está a punto de apagarse) e intentan dividirlo y reactivarlo con el objetivo de que siga calentando la tierra, el hielo no cubra toda su superficie y acabe con cualquier vestigio de vida. La expedición marcha según lo previsto hasta que en su radar escuchan un sonido procedente del Icarus I, una nave enviada años antes de la que se perdió todo contacto. La tripulación del Icarus II modifica su rumbo y ahí cambia su suerte…

Desde que en el año 1968, Stanley Kubrick estrenara 2001. Una odisea en el espacio resulta difícil que una película de ciencia ficción asombre por sus efectos especiales y, lo que todavía es más grave, por su argumento. Sunshine es una clara heredera de la película de Kubrick y también de otro clásico de terror espacial: Alien. Pero a pesar de estos magníficos modelos, la película de Boyle no pasa de mediocre (aunque al principio capte la atención del espectador) porque es pretenciosa y en su desarrollo hay más fisuras que en el casco de la nave espacial…Vamos, que si fuéramos "modernos" diríamos que el director ha hecho "una irregular y personal obra".

Para: Los que vean todas las películas de ciencia ficción, incluso las irregulares.