El vicepresidente de SAS aclara que el comprador deberá asumir la deuda (200 millones de euros): toda una advertencia para Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz. ¿Por qué se han ido los suecos de SAS de Spanair? Porque estaban hartos de perder dinero. La empresa escandinava se siente engañada por Marsans. Una agencia de publicidad de Pascual y Díaz, Publibus, llevaba la publicidad de Spanair. El problema de la aerolínea es que ni es compañía de red ni es de bajo coste. En ese sentido, sólo un fondo de capital-riesgo, dispuesto al troceo, podría interesarse por la compañía con sede en Palma de Mallorca
Cuando la aerolínea sueca SAS afirmó que pondría en venta Spanair, varios medios informativos dieron por supuesto que la comprarían sus socios históricos, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán, propietarios de Marsans, cuando la realidad era muy otra. Los suecos se sienten engañados por el nuevo presidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y por su socio, Gonzalo Pascual, que les han hecho perder dinero durante 20 años, y ambos grupos contendientes han abierto una batalla de entrevistas en la prensa. De entrada, los suecos ya dijeron que Spanair se lo llevará el mejor postor, y no Pascual y Díaz. Los de Marsans contestaron diciendo que podían llevarse Spanair y también Iberia, y que poseían 400 millones en plusvalías por la venta de Pullmantur más financiación bancaria por 4.000 millones de euros, lo que supondría pagar por Iberia, más de los que ofrecen –no oficialmente- TPG y British Airways.
La última, la ofrecida a El Economista por el vicepresidente, Sture Stölen, recordando que el comprador deberá hacerse cargo de la deuda, que supera los 200 millones de euros. Otro mensaje dedicado a Pascual y Díaz, tras el último varapalo: durante el último ejercicio, Spanair anunciaba números negros por primera vez. Un mes después, al consolidarse las cuentas de SAS, resultó que los números negros eran rojos, con una diferencia que superaba los 50 millones de euros. El cabreo en Suecia fue monumental y acabó con la carrera del primer ejecutivo de la compañía colocado por Marsans, Enrique Meliá, quien ha terminado en Marsans… en Chile.
¿Por qué a medida que Pascual y Díaz iban reduciendo su papel en el capital de Spanair el primero mantenía la Presidencia? Pues por la ventajas que obtenía, y que ahora los suecos analizan con lupa. Los controles, desde luego, les han fallado. Lo más llamativo es que la agencia de publicidad Publibus, de la que Gonzalo Pascual es presidente y Gerardo Díaz vicepresidente, llevaba la publicidad de Spanair, que superaba los 12 millones de euros anuales. Lo mismo ocurría con otros proveedores de servicios de Spanair.
El desencuentro llegó a su punto álgido cuando Marsans capitanea la rebelión de las agencias de viajes contra las aerolíneas por el coste de la venta de billetes. Para entonces, Pascual y Díaz ya estaban más volcados en lanzar Air Comet y en evitar el escándalo de Aerolíneas Argentinas, donde están imputados por malversación de fondos públicos, falsedad documental y delito fiscal en el Juzgado número 35 de Madrid.
Con todo, el mayor problema para vender Spanair es que no se trata de una compañía de red ni de una compañía de bajo coste. Está entre Pinto y Valdemoro, posee la flota más antigua y contaminante de Europa, que ahora hay que renovar –renovación que está resultando muy difícil- por lo que los propios suecos no se recatan en apuntar hacia los fondos de capital-riesgo como el comprador ideal. Naturalmente, esta opción no gusta a la plantilla –que el lunes terminaba su huelga- porque temen el troceo de la aerolínea.
Por si fuera poco, el hecho de que el centro operativo de Spanair esté en Palma de Mallorca es otro factor que corre en contra de los intereses de cualquier comprador.
En cualquier caso, si Pascual y Díaz, después de haber tenido su cuota parte en la situación de la compañía, quieren comprar, ya lo saben: tendrán que asumir la deuda. Y esta vez, al revés que en Aerolíneas, no hay subvenciones públicas en el horizonte.