Ni en el día 13 ni el 15. El alma humana comienza en el día 14, según el 'prestigioso científico' Bernat Soria, quien reta a la Ciencia a que le demuestre lo contrario. Añade que el embrión humano antes de los 14 días no es más que un puñado de células sin cerebro, que tardará meses en aparecer. Argumenta que si la muerte es certificada cuando no existe actividad cerebral, la vida debería contabilizarse a partir del momento en que la actividad cerebral comienza a existir. ¿Por qué entonces no esperar a que aparezca el cerebro, Sr. Soria?
En el fondo, la argumentación es bastante sentimental y poco intelectual. Si el embrión está chupándose el dedo, es un niño, pero si no, no es más que un 'amasijo de células', entonces ni es un ser vivo ni muerto. ¿Qué es entonces? Soria, como todos los investigadores y todos los seres humanos, sabe que esas células, dejadas en el entorno adecuado tienen capacidad por si solas para construir un precioso bebé en 9 meses en un porcentaje muy elevado (abortos naturales descontados).
¿Desenchufaría a un paciente si tuviera tan sólo un 1% de posibilidades de que en 9 meses tendría una vida normal? La certeza con el 'conjunto de células' existe, pero Soria prefiere pensar en que no son humanas para poder investigar con ellas. Así gana fama, notoriedad y quizás unos cuantos cientos de miles de euros si consigue patentar algún -de momento inexistente- éxito de sus investigaciones. La vida humana al servicio del investigador autoinvestido de altruista. La misma estrategia que la utilizada por el Dr. Mengele.
Además, Soria recurre al argumento de que el 'preembrión' no es único, ya que podría dar lugar a gemelos. ¿Qué habría pasado con el alma entonces?, ¿se habría partido?, se pregunta. Un argumento muy endeble, puesto que los científicos ya empiezan a apuntar que la existencia de gemelos ya estaría escrito en el mismo momento de la concepción. O sea, que siguiendo con el esquema de Soria, en el mismo momento de la concepción, ya existen dos seres humanos y por tanto dos almas.