Tras la intervención de Banesto, en 1993, Emilio Botín, entonces presidente del Banco Santander, declaró que no acudirían a la subasta porque no les interesaba Banesto. Algún listillo diría que eso es lo que tienen que decir, e incluso si el listillo es un tipo ilustrado, recordaría alguna de las muchas anécdotas que siempre, vaya usted a saber por qué, se atribuyen al gobernador del Banco de Inglaterra, que al parecer es un señor dedicado a mentir con fruición 48 horas antes de la devaluación de la libra.
La primera respuesta que se me ocurre a tamaño argumento es que ni el gobernador del Banco de Inglaterra tiene que mentir por causa alguna, aunque vaya a devaluar la moneda o a intervenir el Barclays. Si no puede hablar, que se calle, pero que no mienta.
Ahora don Emilio Botín, presidente del Banco Santander, acaba de decir que no le interesan las compras y que incluso es importante que exista el BBVA para que haya competencia en España. Me encanta esta visión de don Emilio : la existencia de su principal competidor, como red bancaria mucho más rentable que él, consiste en servir de comparsa, de instrumento para asegurar que el Gobierno tenga oposición, es decir, que el Santander pueda seguir reinando en el sector financiero español como si realmente tuviera enfrente alguien digno de medirse con él. Un espejismo, lógicamente pero es lo que ocurre con la democracia: se necesita que alguien este arriba que alguien le dé la réplica aunque sea de mentirillillas. Algo así como Fred Astaire y Ginger Rogers
Y también puede decir don Emilio que Banesto no se vende ni se excluye de bolsa. Da igual que en menos de una hora, una filtración provocara una subida del 8,5%. Da igual, y esto es mucho más importante, que el BBVA subiera casi un 9% en tres sesiones, y que la capitalización se haya disparado sin que los fundamentales hayan experimentado cambio alguno. La CNVM no pregunta, y los incautos que compraron Banesto se quedarán esperando a Godot.
Veamos: ¿quiere Botín comerse a BBVA? Sí, sólo que no puede hacerlo, porque ahora el pecio está por las nubes y Botín sólo acepta comprar barato o comprar caro asumiendo el riesgo un tercero.
Pero no sólo es Botín quien se comporta de un modo económico con la verdad. Su colega, y presunta víctima, Francisco González, hace lo propio. Busca un caballero blanco que le salve de la acometida de Zapatero-Botín, y advierte al mercado que está recibiendo ofertas de fusión todos los días. Más de media docena, llegó a advertir. Lo cierto es que ni son ofertas ni son de fusión: son respuestas a sus demandas y lo que pretende es comerse al BBVA, no matrimoniar con él.
Y sigan contando. Repsol YPF se ha subido a la montaña rusa bursátil, pero la petrolera lo sigue negado todo : fusión con Gas Natural, negociación con los Entrecanales. La CNVM, naturalmente, no sabe nada.
Si no quieren hablar que no hablen, pero si hablan que no mientan. Esa es a la línea roja que ningún empresario debe atravesar. Al menos, sí quiere que alguien le crea.
El amor por la verdad se está reblandeciendo en toda la sociedad económico, con una confusión entre virtual y real del o más sabrosa. Me temo que los medios no son, en este caso los culpables. A fin de cuentas, ¿para qué va a mentir un periodista? Si hemos de pensar más de alguien, debemos aclarar, antes que nada, qué razón le impele a mentir.
Así, en el maremoto de la información económica se producen noticias tan sorprendentes como la siguiente: ¿se acuerdan ustedes de la que se armó con el famoso viaje de empresarios españoles a Washington para entrevistarse con el presidente George Bush, organizado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España?
El asunto levantó revuelo, tanto como el de la selectísima representación empresarial española ante Tony Blair. Muchos empresarios se compraron su billete, y la lista de VIP se repartió por todos los medios informativos Pus bien, ¿saben lo que ocurrió? que dicha entrevista no se celebró jamás, y que ni tan siquiera figuraba en la agenda oficial del presidente norteamericano que, por cierto, puede verse en Internet (la pública).
Eulogio López