Todos estamos muy contentos porque unos científicos británicos, nada menos que británicos, van a curar el Alzheimer, nada menos, a costa de mezclar personas y animales, como en aquel proyecto centauro que alguna mente enloquecida quiso poner en marcha durante el último cuarto del siglo XX. Pero no se imaginen nada morboso: se trata de conseguir embriones "híbridos", con carcasa animal y núcleo humano. En otras palabras, que la información genética es humana, por lo que no estamos hablando de un centauro, sino de un añadido animal a un ser humano. Y aquí está lo malo, porque no es un ser humano, sino un embrión humano mutilado, destrozado. Dicho de otra forma, lo malo no es el experimento bobochorras de científicos tan enloquecidos como nuestro ministro de Sanidad, sino la destrucción previa del embrión. Por supuesto, como ocurre con todos estos experimentos de Frankenstein, los científicos más sensatos predicen que no van a curar ni un resfriado, que es a lo que nos tienen acostumbrados todos aquellos. Nuestro ministro de Sanidad, Bernat Soria, y todo el mariachi de peligrosos hombres de ciencia: matar sí que matan pero curar, lo que se dice curar, no curan ni el reuma. Lo que ocurre es que la ‘grossen chorradem' de los embriones híbridos afecta directamente a España, donde ZP y su ministra de Sanidad, Elena Salgado -hoy en Administraciones Públicas- aprobaron la ley más nazi de todo el planeta, que permite la destrucción de embriones sobrantes de la fecundación asistida, verdadero cáncer de la sanidad moderna. España es el paraíso de los óvulos, porque aquí no hay pegas leales para nadie, aquí se permite todo tipo de animaladas. Que los PC's (prestigiosos científicos) británicos necesitan óvulos o embriones humanos: aquí estamos nosotros para proporcionárselos a buen precio, el propio Bernat Soria estará felicísimo de regalarle unos cuantos cientos. La manipulación de los embriones como instrumento para combatir el Alzheimer revela algo más curioso. Porque la progresía dice que el alma no existe, que, en todo caso, se trata de un alma neuronal. Ahora bien, si el alma es neuronal, pura materia inteligente, y si la única especie inteligente que existe es el hombre, ¿para qué mezclar la materia inteligente de la persona con la no inteligente, la del animal, para "reparar" una de las potencias de la razón, como es la memoria? Al final, lo de siempre: la estúpida vanidad humana que pretende crear inteligencia. La verdad es que el hombre no crea nada, sólo transforma lo que le ha sido regalado por otro, pero sorprende el empecinamiento científico, que no pretende sino revivir la vieja, y siempre fallida, promesa, el engaño de los engaños: "Seréis como dioses". El sueño de la razón produce monstruos, y las pesadillas de la ciencia, engendros. Pero no unos engendros cualquiera: son los engendros del Bernat. Eulogio López eulogio@hispanidad.com
Indra. Último plan de Moncloa: que Javier Escribano se convierta en el CEO
11/12/24 06:59