Sr. Director:
En el telediario de la noche de la primera cadena nacional dieron el pasado lunes día 5 la noticia de que, gracias a los avances de la medicina, había nacido en Alicante un niño que no había heredado de sus padres la penosa enfermedad llamada de los "huesos de cristal".
Con él, decía la noticia, se rompía la cadena por la que esa enfermedad se iba transmitiendo de padres a hijos. Calificaban la noticia como la consecuencia del progreso científico que se está dando en nuestro país.
Lástima que no cuenten cómo se logra el aparente milagro. Es muy fácil. Se producen unos cuantos embriones de la pareja por fecundación "in vitro". Se examinan uno por uno para descubrir si alguno no tiene la enfermedad. Si se encuentra, éste se implanta en el útero materno y continúa su desarrollo. Los demás se congelan o se desechan. Es decir, no se cura nada. Sólo la naturaleza hace que algún embrión no herede la enfermedad.
Esto, claro, si es que la naturaleza cumple con su parte del plan. Si no, habrá que repetir el proceso tantas veces cuantas la madre aguante una hiperovulación. El resultado, pues, proviene de una selección de personas antes de nacer. Ya hacían lo mismo en Esparta hace muchos siglos, después de nacido el individuo, lo que ahora nos parece una animalada. Pero como ahora se hace cuando el sujeto es muy pequeño, aquí no ha pasado nada...
José María Ferreira Mañá
josemferreira@cronista.org