En su presentación ante el XXV Encuentro de las Telecomunicaciones, el presidente de AMETIC decía de Eduardo Serra que ha estado presente con distintos disfraces. En efecto, Serra fue director de Airtel y de ahí su vinculación inicial a este sector, pero también ha sido miembro del Gobierno. Así, en general, porque Serra ha estado presente en todos los ejecutivos de una u otra manera desde UCD hasta el PP pasando por el PSOE de Felipe González, y casi siempre vinculado a la cartera de Defensa. Después se retiró de la política y se dedicó, entre otras cosas, a la Fundación Everis, sólo famosa últimamente por crear el manifiesto que cien empresarios entregaron hace un año al Rey para pedir un cambio económico en España.
Serra aparecía este martes en Santander para defender que estamos en una crisis seria de la que vamos a salir gracias a las telecomunicaciones.
Sin embargo, para llegar a esta conclusión, el vicepresidente de la Fundación Everis hacía una exposición neomalthusiana en la que partía del dato de que la población mundial ha aumentado exponencialmente y lo resumía diciendo que el mundo se está llenando. Al mismo tiempo, el ex ministro celebraba que la gente sea más cuidadosa con el medio ambiente y que cuiden los recursos, puesto que algunos están en vías de agotarse.
En medio de este panorama presentado en clave de Nuevo Orden Mundial, Serra pronosticaba que en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos (desde móviles hasta aparatos para que los ancianos soliciten asistencia rápida) en todo el mundo. De ahí que las telecomunicaciones sean el futuro de la economía: para dar respuesta a esta demanda.
Pero, ¿Cómo es posible que el número de terminales supere de tal forma al número de habitantes del planeta? Cada habitante es un cliente potencial y conseguir que se hagan con dispositivos se ha convertido en el objetivo número uno. Ciertamente, con más dispositivos habrá mayor desarrollo y crecimiento de las empresas que los fabrican, que a su vez crearán más empleos (por cierto, con sueldos míseros). A partir de ahí, las telecos podrán dedicarse a vender sus servicios llegando hasta la última choza del mundo. Aseguraba Serra que en el Tercer Mundo ya existe competencia entre las compañías que venden dispositivos en un ámbito nacional y los caciques del pueblo.
La idea es perversa porque pone de manifiesto que se puede hacer llegar un teléfono móvil a cualquier sitio, pero no se puede resolver el problema del hambre. Mientras se pueda vender voz y datos, cualquier esfuerzo merece la pena. Los alimentos, ni tocarlos, a menos que sea para especular en los mercados de materias primas.
Rodrigo Martín
rodrigo@hispanidad.com