Una gala agradable, la celebrada en Madrid el pasado lunes 26, con motivo de la entrega de los Premios Talento, que concede la Academia de Televisión. Uno de ellos se otorgaba a Juan Manuel Martín de Blas, uno de los pioneros de Radio Televisión Española.
Y entonces fue cuando el galardonado nos explicó que había estudiado en un seminario menor de Ávila, que abandonó por mi "afición al onanismo y por mi aversión a la pederastia". No se sabía muy bien a qué venía el asunto, pero la injuria ya estaba proferida.
Y tampoco hacían falta más pormenores. Insisto: en la sociedad de la información no vivimos en la conspiración sino en el consenso y la pederastia clerical ya es consenso. Sí, la pederastia es repugnante y la pederastia de un clérigo mucho más, al menos para un creyente (para un descreído le da igual). Ahora bien, el consenso logrado tras un sinfín de exageraciones y calumnias, es que un sacerdote es un señor que abusa sexualmente de los niños.
No tuve oportunidad de preguntarle a Martín de Blas (en la imagen) sí había sufrido abusos en el seminario abulense pero tampoco era necesario. Entre otras cosas porque los acusados, es decir, los rectores del tal seminario menor, los presuntos culpables, tampoco podrían defenderse de la imputación, dado que lo más probable es que estén muertos. Vamos, que el señor Martín de Blas es un tipo valiente.
Pero, ¿qué televisión pública hicimos en España? Y, sobre todo, con qué elementos tan objetivos y ecuánimes. Decir que todos los curas son pederastas es como decir que todas las mujeres son prostitutas. Pero eso nunca lo habría dicho De Blas, porque se lo comerían vivo (y harían muy bien). Sin embargo, con los católicos no pasa nada: cualquier injuria es gratis y, además quedas 'dabuten'. Como todo un progre. Total, la Iglesia no va a presentar ninguna querella alguna contra don Juan Manuel...
Eulogio López
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