Al discurso del ministro del Inerior en materia de escuchas ilegales, le falta coherencia

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no ha querido responder a las preguntas sobre las presuntas escuchas ilegales mientras respondía a las preguntas sobre ETA. Más que nada por estética. Y porque además, no quiere que estos temas empañen lo que él califica como prioridad de su Ministerio: acabar con ETA.

Aún así, ha pecado de una grave incoherencia. Por una parte ha criticado que el PP haga una acusación falaz y gravísima en pleno verano, en la playa y en el chiringuito, antes de darse un chapuzón, apunta en plan irónico. En su opinión, estas acusaciones deben de hacerse con pruebas y en un escenario más serio. Es decir, en un juzgado. Sin embargo, cuando le preguntan si el Gobierno se ha planteado presentar una querella, responde que no porque estos temas son políticos y deben dirimirse en el Parlamento, en las ruedas de prensa, en medios propios de la política. Doble vara de medir.

Su discurso ha sido claro y contundente. Con tono enfadado, volumen elevado y sin equivocaciones ni carraspeos. Ha acusado a Cospedal de lanzar un disparate monumental que ni ha sido rectificado ni se han presentado pruebas. Curiosamente no ha querido a contestar a las pruebas ofrecidas por Federico Trillo en la mañana de este martes. Rubalcaba señala que las acusaciones son rotundamente falsas y las califica de infamias. Además, interpreta que el PP trata de tapar con estas acusaciones sus propios casos de corrupción. La policía investiga los delitos, también los que se cometan por miembros del PP o de otros partidos; ese el funcionamiento normal de las instituciones.

El ministro del Interior considera que el PP trata de darle la vuelta al mundo sembrando un manto de sospecha contra las instituciones que mina el Estado de Derecho y la confianza en las instituciones. Sin embargo, hay que recordar que en la reforma de la Ley del Aborto, el Gobierno ha ninguneado las instituciones al igual que hizo con el cierre de Garoña y el ninguneo del Consejo de Seguridad Nuclear. Pero es que además, la Fiscalía, sometida a la autoridad jerarquizada, se encuentra más politizada y teledirigida que nunca.