Como el año pasado, Solbes vuelve a quedarse con la brocha en la mano. De nuevo el gran organizador de las alianzas parlamentarias para los presupuestos generales del Estado vuelve a ser Alfredo Pérez Rubalcaba. Las negociaciones se llevan a varias bandas tratando de alcanzar el mayor consenso posible. Los movimientos se producen después de las altisonantes llamadas de atención de sus socios de referencia: ERC e IU.
En todo caso, Solbes sale a la palestra a guiñar a la izquierda social con las subidas en pensiones no contributivas y becas superiores a la media de gasto situada en el 7,6%. Además, la ayuda al desarrollo se elevará al 0,33% con el objetivo de alcanzar el 0,5% a final de legislatura. Aún así, puede que IU y ERC se descuelguen y Montilla ya avisa que existen otras alternativas que no pasan necesariamente por CiU. Peaje al PSC que no podría soportar políticamente un pacto con CiU en Madrid, aunque en CiU se trabaja con este escenario. Por lo demás, a la vicepresidenta De la Vega, de gira indigenista por Hispanoamérica, no le molestan los votos de CiU. Y es que, a nadie le amarga un dulce.
Así las cosas, las posibilidades se recortan. El pacto con el BNGa sería coherente con el alcanzado en Santiago. Pero los bloquearos insisten en que sus votos no son gratuitos. Por su parte, el PNV exige cuentas por cuentas. Apoyo del PGE a cambio de avalar los presupuestos del PNV y desligarse de las diputadas del PCTV. Los canarios, siempre pragmáticos quieren dinero. Y los de Chunta resultan tan impredecibles como su líder Labordeta.
Menudo papelón el de Solbes que sigue insistiendo en lo ya anunciado en el cuadro macro : la mejora de un punto en la balanza exterior. ¿De dónde sale tanto optimismo?, se pregunta el ex director de la Oficina Presupuestaria, José Barea.