Sr. Director:
A lo largo de la historia ha pasado de considerarse una tarea puramente manual de esfuerzo físico, indigno de las clases superiores, a verlo como la capacidad que tiene el hombre para dejar su huella en todo lo que hace, para ampliar los conocimientos y en su avance mejorar el mundo.
El esfuerzo, el cansancio, las dificultades que encuentra en su camino son consecuencias morales de un acto suyo en el amanecer del universo, pero el trabajo en si es una necesidad del hombre porque está creado para trabajar.
El trabajo bien hecho, poniendo ilusión y esfuerzo, y contando con los fracasos que pueden llegar, tiene una consecuencial social el prestigio profesional. Esto, a todos los niveles.
Un médico que sigue estudiando para estar al día y no quedarse atrás, un funcionario que se esfuerza por ser amable con quien acude a él con un problema, una ama de casa que aunque trabaje en la calle procura llevar su hogar con mentalidad profesional, cuidando los menús para que sean equilibrados aunque tenga que pasar mas tiempo en la cocina. Todos son dignos por si mismos y no lo es más el intelectual que el fontanero. En todo caso lo será quien trabaje mejor y ponga más espíritu de servicio en su tarea. Sería maravilloso que todos pudiéramos trabajar en lo que nos gusta pero esa es una utopía irrealizable.
Sea cual sea la profesión que tengamos, cuando lo hacemos bien se facilita la mitad y la confianza entre todos que hace más fácil la ayuda mutua.
Y desde el punto de vista cristiano añadiría: para el que quiera leerlo "Ora et labora" (reza y trabaja) ¿hay quién de más?
Piedad Sánchez de la Fuente
psanchezfu@gmail.com