¿Por qué no arreglar en España las cosas a la francesa o a la alemana? En puridad, galos y germanos, siempre funcionan en encomiable hermandad, aunque parezcan diferir en sus estrategias. Y es que ambos países tienen claro que deben mandar en Europa y que las grandes multinacionales deben ser suyas y sólo suyas. Los franceses, siempre anticuados, han decidido que, para mantener en sus manos el sector más estratégico de todos, el energético, lo mejor es la opción ni-ni, es decir, ni liberalizar ni privatizar. Y cuando Bruselas proteste, miraremos hacia la Costa Azul.
Los alemanes, por el contrario, se han apuntado a la liberalización, y casi, casi, a la privatización. Para evitar que sus eléctricas o compañías de gas cayeran en manos extrañas, es decir, extranjeras, simplemente, a toque de corneta, han utilizado la propia mecánica capitalista para pasar por liberales, pero seguir siendo igual de nacionalistas que cualquiera. Por eso fusionaron a varias eléctricas alemanas, fusión auspiciada y alentada por el Gobierno, fuera de izquierdas o de derechas, y de paso, en nombre de la garantía del suministro alemán, decidieron que la eléctrica fusionada absorbiera a Rhurgas, es decir, absorbiera los mejores contratos de suministro con Rusia, oiga usted. No es de extrañar que al Gobierno Merkel le guste garantizar el suministrador desde el norte (Moscú) y desde el sur, (el Magreb, en especial Argelia), pero siempre con destino a Alemania. Si se produce otra crisis con el gas ruso, ¿de verdad puede alguien creer que una E.ON propietaria de Endesa se iba a preocupar de abastecer a los 42 millones de españoles antes que a 60 millones de alemanes?
El modo de actuación alemán es muy sencillo Por ejemplo, dos años atrás Citygroup, el mayor banco del mundo, quiso hacerse con Deutsche Bank, el orgullo de la banca alemana. En buena lógica liberal, el Gobierno Schröder debería haber animado a un juego limpio del mercado, libre de interferencias políticas. A fin de cuentas, la banca es mucho menos estratégica que la energía, porque sin energía, no podemos vivir (sin banca a lo mejor vivíamos hasta mejor). ¿Qué hizo Berlín? ¿Acudió a técnicas de leguleyo para apuntalar al Deutsche? No, mucho más sencillo, el Gobierno animó, es decir, ordenó, a los cuatro grandes bancos alemanes sí, han leído bien, he escrito cuatro- a fusionarse. Por decreto. Ante este panorama, el City decidió hacer mutis por el foro.
Exactamente lo mismo hizo parís cuando ENEL amenazaba Suez. En 24 horas se inventaron una fusión con Gaz de France y a correr. Bruselas calladita.
Pues bien, lo lógico es que en España se crearan dos grandes grupos energéticos integrales, producto de la fusión entre petroleras, gaseras y eléctricas. O sea, E.ON. Como un acuerdo amistoso entre Endesa y Gas Natural parece imposible, lo lógico es crear dos grandes empresas energéticas: la una, de la fusión entre Gas Natural, Iberdrola y, lo impone la lógica de una empresa amenazada, la petrolera Repsol. Formarían con ello un grupo con más capitalización que E.ON.
El segundo grupo energético debería estar formado por Endesa, Fenosa y la petrolera Cepsa (en esta línea, ver la información de Hispanidad Florentino insiste en hacerse con Cepsa), siempre que se les pueda doblar el pulso a los franceses de Total que se puede. Detrás de la primera estaría el soporte de La Caixa; detrás de la segunda, Caja Madrid. Serían dos compañías con una base de capital lo suficientemente importante como para competir fuera.
O eso, o seguir dándonos a lo más consuetudinario de nuestra historia: la política cainita, que nos lleva a un callejón sin salida, del que siempre viene a sacarnos, casualmente, un extranjero.
Eulogio López