-
El cristiano sólo molesta al poder político cuando dice lo que piensa. Si se empeña, hay que censurarle. Este es el drama de las democracias occidentales: antes lo llamábamos cobardía.
-
El ajuste interminable o el imperio de los hacedores de mercado: ¿Dónde está el límite de los recortes?
-
Como proyecto, Europa está muerta. Entre otras cosas porque se ha convertido en un banco y su presupuesto está congelado.
-
14 de abril, Día de la República y una cadera rota: Doña Letizia, presidenta vitalicia.
"Yo ya no quiero hacer carrera eclesiástica". Con estas sencillas palabras, monseñor Reig concluía la charla con un profesor universitario que había acudido a verle. Recordaba aquel consejo de Juan Pablo II a la curia vaticana: "Que no habéis venido a hacer carrera".
Esta es la historia de monseñor Juan Antonio Reig Plà, obispo de Alcalá, que se ha convertido en el blanco de tiro de la progresía clerical, es decir, de la progres que entienden muchísimo de curas. Auténticos especialistas en Derecho Canónico, hasta niveles académicos que nunca alcanzará santo alguno.
Monseñor Reig es uno de esos cristianos que no calla ni debajo del agua. Y eso resulta de lo más molesto. La progresía tiene algo de leninista. El amigo Lenin siempre recordaba a los suyos que los curas modernistas –o sea, lo que curas que no creen en Cristo- son los aliados de la revolución. A ésos ni tocarlos, aseguraba el líder de los soviets. Pues bien, Lenin hubiera fusilado a monseñor Reig.
El origen de la campaña anti-Reig ya lo conocen: homilía de viernes Santo en la Catedral de Alcalá, retransmitida por RTVE en cumplimiento de los acuerdos Iglesia-Estado. Pueden seguir la ceremonia (y las palabras de Reig a partir del minuto 30). Pero si quieren, yo se las resumo a lo castizo, sin la argumentación, mucho más profunda, de Reig: el aborto es un crimen gravísimo y cobarde, ergo, quien lo perpetra está en pecado mortal, ergo, queda privado de la vida sobrenatural, ergo está en el infierno y se irá al infierno si no se arrepiente Y la homosexualidad es un acto antinatural que igualmente lleva a la condenación.
¿Saben cuál es el secreto? Muy sencillo, que monseñor Reig –a quien no conozco personalmente pero lo sé- es de los que dice al Señor Dios: "Soy tuyo: enseñoréate de mí. Por tanto, poco me importa lo que diga la gente de mí, sólo lo que pienses Tú".
En la España de Rajoy, en el mundo de Obama solo hay dos corrientes ideológicas y dos bandos políticos: los que quieren ser de Cristo y lo que quieren ser de sí mismos. Como la creación es una paradoja, resulta que los seres libres son aquéllos que han ejercido su libertad en la entrega; los otros, son los que se reservan su libertad oculta, y claro, acaba por pudrirse, acaban por ser esclavos de sí mismos. Monseñor Reig es un hombre libre; los progresistas son esclavos, especialmente esclavos de sí mismos y, en la acción social, en la calle, son, por tanto, prisioneros de lo políticamente correcto.
Reig es un hombre libre, políticamente incorrecto sobre, todo coherente. La campaña contra él es muy lógica porque, como también recordara Juan Pablo II, el martirio de nuestro tiempo consiste en vivir la coherencia. A Lenin tampoco le hubiera molestado los que piensan como Reig pero no se atreven a decir lo que piensan en voz alta. El cristiano sólo molesta al poder político cuando dice lo que piensa. Este es el drama de las democracias occidentales. Antes lo llamábamos cobardía.
Y aquí se resume todo el problema de la vida política española: en la cobardía de los que no se atreven a decir lo que piensan y la censura que se impone a quienes dicen lo que no gusta al poder. Por ejemplo, a monseñor Reig.
El ajuste interminable o el imperio de los hacedores de mercado: ¿Dónde está el límite?
Esta es la historia de una semana de infarto para la economía española, la que ahora termina. El viernes 13 la Bolsa de Madrid sufría el mayor batacazo del año. Eso es lo de menos, claro, salvo por el pequeño detalle de que acentúa la colonización del tejido industrial español por parte de multinacionales que destruyen empleo en España y lo crean fuera.
Más peligroso es que los mercados, para mayor goce del señor Mario Monti, le estén exigiendo a España una rentabilidad por su deuda que roza el 6%. En esa frontera, ya empezamos a entrar en la llamada espiral de la deuda, ese círculo vicioso donde te endeudas para pagar deudas anteriores. La extorsión de los especuladores contra España, continúa.
Esta es la historia de uno de los analistas financieros más reputados. El Martes de Pascua ya estaba sublevado: no le bastaban los 10.000 millones de euros de recortes –nuevos recortes-: según él, el ajuste debía ser de 50.000 millones de euros. Le respondo que por qué no de 100.000 millones, o de 200.000.
Me encanta el método científico con el que los rigurosos analistas y creadores de mercado (o sea intermediarios de la especulación financiera), deciden cuánto debemos apretarnos el cinturón. Son estos creadores los que encauzan –por consenso borreguil- los movimientos de ese océano de mugre que ya nos llega al cuello, llamado mercado financiero, que nació para apoyar la economía real y hoy se ha convertido en el peor parásito (el segundo, después de los gobiernos apalancados) de familias y empresas. La moraleja de la crisis financiera toma forma de pregunta: ¿Dónde está el límite? El límite en los apretones de cinturón que sufre el ciudadano, especialmente los más desfavorecidos, para que los mercaderes se den por satisfechos. A lo mejor es que ese límite no existe porque la codicia no tiene límites.
Y lo peor de esos yupis que controlan los mercados es que trabajan con el dinero de los demás y con los sacrificios de los demás. Ellos no suelen jugarse mucho.
Como proyecto, Europa está muerta. Entre otras cosas porque se ha convertido en un banco y su presupuesto está congelado
En paralelo a la historia de los 50.000 millones de euros de nuevos ajustes que se exigen a España, está la Unión Europea, una realidad que fue maravillosa y que ahora está muerta.
Es evidente que, a corto plazo, la extorsión de don Mercado Financiero a España sólo se arregla si el Banco Central Europeo compra deuda española. Ya sé que esta no es la solución, porque la creación artificial de dinero ha sido la causa de la actual crisis económica mundial. Pero a veces lo urgente debe privar sobre lo importante: no se puede obligar a España a que pague sus deudas si todo lo que ahorra con los sacrificios de los españoles se lo gasta en pagar cada vez más a los prestamistas.
El problema no es España sino la Unión Europea, que en 2012 es un proyecto muerto. La UE no se hizo con mercados, sino con un presupuesto común y solidario, donde los ricos aportaban más que los pobres con la idea de nivelar la riqueza individual de todos los europeos. Pero ese presupuesto lleva tres años congelado y su cifras resultan ridículas comparado con el fondo de rescate -de rescate de la rentabilidad del rentista, se entiende- o con el dinero dedicado a anear bancos que debían haber cerrado.
14 de abril, Día de la República: Doña Letizia, presidenta vitalicia.
Esta es la historia del ruido sordo que invade las calles españolas, donde grupos de la izquierda progre, antisistema, los nacionalistas radicales y ese curioso jacobinismo de tintes fascistoides que representa la emergente Unión Progreso y Democracia (UPyD), parecen compartir dos cosas: su odio a los curas y su amor por la III República, en un país donde los dos primeros experimentos republicanos fueron más desastrosos que todas las dinastías.
Entonces, en el Día de la República, como creo haber dicho antes, nos encontramos con que el Rey estaba en viaje privado en Botsuana y, naturalmente, se cayó y provocó una fractura de cadera: intervención de urgencia en una clínica madrileña. Con todo respeto, Majestad, con su nieto Froilán en el hospital por haberse disparado un tiro en el pié cuando se encontraba con su padre divorciado –polémica sobre un niño de 13 años que porta armas-, con Iñaki Urdangarín convertido en el hazmerreír del país a lo mejor no era el momento para hacer viaje al corazón sur de continente negro. No lo duden, tras Urdangarín comenzará la caza republicana a Jaime de Marichalar, según la vieja máxima de toda campaña: el hombre más débil es el hombre fuerte ridiculizado.
Luego está la Corte, que parece trabajar también para los republicanos. Fichar al muy progre (progre-capitalista, naturalmente) periodista Javier Ayuso como jefe de prensa de la Casa Real no se le ocurre ni al que asó la manteca. Como portavoz del BBVA, Ayuso fue el personaje que a golpe de talonario consiguió convertir a Francisco González en el banquero intocable por el oligopolio de los grandes multimedias, aún más intocable que Botín porque invirtió más dinero en la campaña.
Capitalista y progre, porque Ayuso llegó a Zarzuela un lunes y el martes ya estaba ganándose los parabienes de la prensa progre de izquierdas (El País) y de la prensa progre de derechas (El Mundo), así como de los progres totales de RTVE, con privilegios informativos y fastidiando a la prensa conservadora (ABC y La Razón, principalmente). Favores que no sacian a los agraciados y cabrean a los marginados. Por supuesto, el primer objetivo del nuevo portavoz real ha consistido en alejar de Zarzuela de todo lo que huela a cristianos –sean persona o institución-. Es decir, alejar al Rey del cuerpo social que ha constituido su apoyo histórico, aunque a estas alturas de Reinado, los cristianos ya andan un poquito mosqueados con los Borbones.
Ayuso está trabajando, como toda la progresía por la sucesora, la futura Reina de España, doña Letizia Ortíz, cuya capacidad para ejercer como reina consorte somos muchos los que ponemos en duda. No nos engañemos, Ayuso, su querido amigo, Pedro J. Ramírez y sus antiguos compañeros de El País, coinciden en un mismo objetivo, absolutamente suicida: que el Rey abdique y que le suceda el príncipe Felipe, a quien consideran más manejable y con quien la progresía, a través de su esposo, habrá conquistado definitivamente la Jefatura del Estado.
No, por el momento no se puede demostrar que Ayuso trabaje con los republicanos crecientes, sólo lo parece. Y el caso es que entre los errores botsuaneros del propio monarca, el distanciamiento de SM la Reina Doña Sofía, los percances de la Infanta Elena, los negocios de su yerno Urdangarín y la labor de zaga de doña Letizia, que no descansa un minuto en sus propósitos, a la progresía se lo están poniendo fácil.
Oiga ¿y es malo el cambio de Monarquía a régimen republicano? En teoría no, en el caso concreto español, sí. Y para los entusiastas del advenimiento de la III República uno diría que el ideal sería convertir a doña Letizia Ortíz Rocasolano en jefa vitalicia del Estado español.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com