Nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre. La vida da muchas vueltas, y como muestra un botón. El nuevo Reglamento de explosivos, aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros, contempla entre sus medidas la posibilidad de que los trabajadores de las minas sean cacheados a la salida de sus trabajos. Una práctica habitual durante el régimen anterior, que afortunadamente fue abolida.
El Gobierno pretende con esta medida controlar el tráfico ilegítimo de explosivos, pero se olvida que el responsable de los explosivos utilizados en cada explotación minera es el ingeniero de minas al cargo y no el trabajador de bolsillos reducidos. Lo que ha ocurrido en el 11-M nada tiene que ver con los eventuales alcances, sino con una mafia institucional que el Gobierno no soluciona regresando a los cacheos de los mineros.