Sr. Director:
Por lo que oigo, y por lo que leo en los periódicos, parece que lo de apretarse el cinturón va en serio.

 

Así, por ejemplo, el pasado 14 de septiembre leí que "Grecia echará a 20.000 funcionarios más para asegurar el rescate"; en otro periódico, el pasado 29 de septiembre, ponía que "Francia quiere despedir a 30.000 funcionarios en 2012" y en otro, el 14 de octubre, aparecía que "Portugal quita la paga extra a jubilados y pensionistas y aumenta la jornada laboral".

Por lo que se ve, el asunto habrá que tomárselo en serio y estar dispuestos a hacer ciertos sacrificios, como el de cobrar menos antes de que uno mismo u otros nos quedemos sin cobrar nada. Lo que no parece es que, a base de anarquía y algaradas callejeras se vaya a conseguir nada positivo; todo lo contrario: acabar de hundir el barco. Y lo curioso es que muchos de los que promueven esta forma de proceder, los sindicatos, por ejemplo, suelen ser los más merecedores de recortes.

Por supuesto que habrá que luchar pacíficamente, pero sin descanso, para que los recortes se hagan con el orden debido: empezando por suprimir los gastos perjudiciales para la sociedad y continuando por los superfluos. Posiblemente si esto se hiciese bien, no haría falta seguir recortando más.

También habría que tener en cuenta, a la hora de suprimir una actividad, el número y el tipo de trabajadores que se quedarían sin ese trabajo. Al decir lo del tipo estoy pensando en gente que, además de esa actividad, desempeña otras (así, por ejemplo, venimos oyendo cómo hay políticos o parientes de políticos que son consejeros o similares en múltiples organismos).

Y es que hay "inventos" dependientes de los Ayuntamientos, o de las Comunidades, que cuesta una pasta mantener, pero que sólo dan trabajo a una o dos personas. Posiblemente se podrían sustituir por otras actividades más provechosas, menos costosas y más generadoras de empleo. Con el Plan E, muchos Ayuntamientos realizaron construcciones poco necesarias (no sabían cómo gastar el dinero que se les daba), y, ahora, se nos dice que hay Ayuntamientos que tienen grandes deudas. ¡Asombroso!

V. S. González