El panorama fiscal europeo puede resumirse así. Abochornados por la vergüenza fiscal los países miembros de la Unión Europea han decidido regularizarlos de aquella manera. Es decir, se solicita a los países tutelantes, por ejemplo a Reino Unido respecto las islas del Canal, que exijan a esos paraísos información filtrada por ellos mismos, y una retención, que se pretende fijar en más/menos el 25% de los rendimientos. Ahora bien, ¿qué hay de aquellos paraísos fiscales que no dependen políticamente de una metrópolis. Por ejemplo, Gibraltar, Andorra,  Mónaco o... Liechtenstein. El principado incrustado entre Suiza y Austria más que un país es un banco. De repente se ha hecho famoso, como refugio donde los ricos alemanes colocaban su dinero negro. Lo más curioso es cómo se ha sacado la información del "banco Liechtenstein". Pues... "a la germana". Agentes del servicio secreto alemán sobornaron a empleados de la entidad financiera nacional y obtuvieron los disquetes con la información de los titulares de cuentas corrientes en aquel remoto, montañoso y diminuto país. ¿El fin justifica los medios? Evidentemente no, pero la impotencia que se siente ante los paraísos fiscales hacen comprensible, sino justificable, la andanada lanzada por el Gobierno de Ángela Merkel. Ahora bien, no deja de ser un apaño. Sólo hay una forma de acabar con este verdadero cáncer de la justicia social en el mundo: terminar con todos los paraísos fiscales -verdaderos parásitos de la economía actual-, al mismo tiempo. Porque es un mal, se lo puedo asegurar, mucho más grave que el cambio climático. Menos Protocolo de Kyoto y más acuerdo global contra los paraísos fiscales. Hablo de una nueva era en la que el nobilísimo concepto de intimidad deje de tener relación alguna con el bolsillo. La privacidad no puede radicar en la cuenta corriente. Podemos empezar por Liechtenstein. Pero no podemos terminar ahí. Dos datos: según el Observatorio Español de Reputación Corporativa (demasiados observatorios, excesiva reputación) Aregua que más de la mitad de empresa del Ibex 35 -es decir, las mayores de España-, tienen empresas en paraísos fiscales. La segunda, más grave: El FMI alerta de dos casos –que afectan a España- de utilización de Liechtenstein para blanquear dinero y financiar terrorismo. Y es que donde hay opacidad suele haber dolo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com