Con la cursilería enorme de la progresía, Bachellet ha clamado para que "los hijos e hijas de Iberoamérica" tengan un futuro mejor, deseo que todos compartimos señora presidenta.
También está sirviendo la Cumbre para que ZP venda los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, que, como todo el mundo sabe, no son más que la última andanada del Nuevo Orden Mundial (NOM) en pro de la reducción de la vida, es decir, abortos y esterilizaciones a mansalva. ZP se empleó a fondo, con su habitual carácter recio pidió "una moción de censura a la comunidad internacional" para el caso de que los Objetivos del Milenio -hablamos de este tercer Milenio- no se cumplan. ¡Y menos mal que no se van a cumplir!
Bachellet sigue los pasos de ZP y de Kirchner: trágala de la legalización del aborto, a pesar de la oposición popular, trágala del gaymonio, a pesar de la oposición popular y siempre en nombre de las libertades.
Pero hay más razones para hablar del fracaso de esta Cumbre Anual. A saber:
1. No se ha dado paso alguno -ni con González, ni con Aznar, ni con Zapatero- para la Conversión anual de una Cumbre de lucimiento a una unidad supranacional estilo UE. Y en Hispanoamérica es más necesaria que en cualquier otro sitio. Por ejemplo, con la creación de un fondo común para financiar infraestructuras y redes sanitarias. Una especie de fondo de cohesión. Claro que ahí seríamos los españoles los que tendríamos que rascarnos el bolsillo por ser los más ricos de la zona, y es más sencillo lanzar, eso sí, con mucha pasión, la tontuna de los Objetivos del Milenio. ZP no da dinero, pero proporciona mucha ideología.
2. Decir que los inmigrantes podrán acumular suspensiones no mejora la disparidad entre los sistemas de seguridad social de cada país, es decir, la diferencia de riquezas entre uno y otro. Desde luego, sigue sin darse cesión de soberanía en forma alguna.
3. La Unión Europea nació como un club de libertades: no sería aceptado ningún país que no constituyera una democracia consolidada y constituida. No sólo eso: la UE se ha convertido, a pesar de los pesares, en un garante de las libertades individuales, en un árbitro autorizado para sacar tarjeta amarilla, o roja, cuando un Estado atentaba contra los derechos del hombre. Por contra, las cumbres iberoamericanas están sirviendo de solio para que tiranos y semitiranos -antes Castro, ahora los presidentes venezolano, ecuatoriano, etc.- a los que nadie llama al orden y todos aceptan a su vera sin recriminarles sus atentado contra los derechos humanos.
Eso sí, en estas reuniones anuales Enrique Iglesias ha encontrado un empleo cómodo, muy lucido y bien remunerado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com