Ya es triste, y cabreante, que un chaval de 16 años muera apuñalado, seguramente por un soldado de ideología ultraderechista. El relato de los hechos parece claro: el grupo ultra Democracia Nacional, convoca una manifestación contra los inmigrantes, bajo el lema "Contra el racismo antiespañol, contra la inmigración", un lema que no me agrada nada: siempre he defendido que la única política migratoria éticamente válida consiste en la apertura de fronteras a quien huye de la miseria o de la tiranía. No es pues, una manifestación a la que yo acudiría. Tampoco me dedicaría a reventarla, como hizo un grupo de ultra-izquierdistas, pero está claro que ese "reventón" no justifica clavar un cuchillo en un pulmón. Dicho esto, si uno lee las crónicas de El País (progresismo socialdemócrata) o de El Mundo (progresismo capitalista) nos encontramos con una idéntica, y falsa, terminología: se habla de grupos ultraderechista, pero no de grupos ultraizquierdistas, sino anti-fascistas. Pues no. Eran ultraizquierdistas, no antifascistas, entre otras cosas porque lo ‘anti' nunca ha definido ni a persona ni a colectivos. Unas y otros se definen por lo que son, en positivo, no por lo que odian, y si se definen por lo que odian es que no merece la pena, ni su definición ni su existencia. No eran antifascistas, eran ultraizquierdistas, de ideología comunista o socialista -o socialista-libertario, es decir, anarquista-, donde radica su origen. En el Occidente actual, ningún grupo de derechas se atrevería a llamarse partido fascista, o partido nazi; sin embargo, los grupos de izquierda no dudan en llamarse socialistas o comunistas, a pesar de que el socialismo leninista ha asesinado a mucha más gente que el nazismo y el fascismo, que ya es decir. Mientras la progresía, tanto de izquierda -El País- como de derechas -El Mundo-, se empeñe en calificar a los unos de ultras, y a los otros de esforzados luchadores anti-fascistas, se estará eternizando una injusticia, que mucho tuvo que ver en el comienzo de la guerra civil española: para cierta izquierda republicana, todo aquel que no aceptara sus premisa era un "fascista". Para buena parte de la izquierda moderada, también en el siglo XXI, la derecha es injusta por naturaleza, y sólo la longanimidad de la izquierda le concede el marchamo de demócrata, siempre, eso sí, que acepte la prevalencia de la izquierda, depositaria de grandes valores, frente al egoísmo cerril del contrario, fautor de guerras y explotaciones varias. Porque ese sectarismo de la izquierda fue lo que condujo a la Guerra Civil, cuando la derecha sintió que le faltaba el aire, especialmente por la cristofobia reinante. ¿Resulta exagerado decir que ésta fue una de las causas de la Guerra Civil? Pues no. La prueba es que en la contra-manifestación improvisada montada para protestar contra el asesinato del adolescente, una de las proclamas más escuchadas era: "A por ellos, como en Paracuellos". No son anti-fascistas, sino ultraizquierdistas, provenientes del socialismo y el comunismo. De la misma manera que Democracia Nacional, en efecto, es ultraderechista, y tan reprobable como los ultraizquierdistas. Tan reprobable es el fascismo como el comunismo. Buena prueba del equívoco es que si usted habla de "ultra", todo el mundo sabe que se está refiriendo a ultras de derechas, no a ultras de izquierda. Eulogio López eulogio@hispanidad.com
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12/12/24 19:13