Dice la canciller alemana Angela Merkel que la OPA de Endesa representa "una nueva experiencia para el hasta ahora parapetado mercado español, donde no debe inmiscuirse la política" (entrevista en el periódico Süddetusche Zeitung).
Y es cierto. Y lo digo yo, que, como Chesterton, "aún creo en el liberalismo, pero añoro aquellos felices tiempos en que también creía en los liberales". Lo de hacer operaciones fuera de mercado, es decir, opas parciales encubiertas, al modo de Acciona y ACS, rechina un poco, pero pueden comprenderse como medida para defender la españolidad de un sector estratégico.
Pero lo de ENEL es peor. La empresa pública ENEL ha comprado un 24,9% de Endesa en una operación de fuera de mercado… ¡cuando ya había comenzado el periodo de suscripción! No me extraña que el presidente de la CNMV se planteara la dimisión (también se podía haber planteado la prohibición, pero esto no le dejaron y aquello no debía de apetecerle en exceso). Es sabido cuando presentas la dimisión corres el riesgo de que te la acepten.
Si nos atenemos a los hábitos, más que a las normas, que rigen los mercados, digamos que la crítica de Merkel puede darse por buena. Ahora bien, si nos atenemos al caso… más bien no. Veamos, a España no se le puede acusar de "parapetarse". De lo que se le puede acusar es de no haber hecho sus deberes como hicieron los alemanes. Pero ¡ojo! Hablo de deberes proteccionistas. ¿Ha olvidado la señora Merkel que E.ON es producto de la fusión de dos empresas privadas alemanas, a la que se sumó el monopolio público del gas? E.ON es lo mismo que si en España se hubiera permitido la fusión Endesa-Iberdrola y se le hubiera añadido Gas Natural. Ni más ni menos. Lo que ocurre es que en la España "despatriada", el señor Rodrigo Rato decidió que no era posible ni la fusión Gas Natural-Iberdrola ni la de Endesa-Iberdrola. Fue así como los alemanes contaron con un gigante y España no.
Por lo demás, tanto Iberdrola como Endesa pueden dar lecciones de solidez y rentabilidad a E.ON, así que no hubo parapeto alguno.
Y si de politización hablamos, caramba, no parece que el empeño de Merkel en cerrar la operación Endesa, y sus presiones sobre Zapatero sean un ejemplo de despolitización. Sencillamente, los alemanes hicieron antes los deberes: crearon desde el Gobierno una empresa privada inexpugnable, y a partir de ahora empezaron a crecer en el extranjero. España no lo hizo, a fuer de liberal y, a pesar de tener mejores compañías, pasaron de depredadores a depredados.
Todo ello en un clima social muy distinto: el cainismo español no puede nada frente al nacionalismo alemán. Pero el cainismo forma parte de nuestra idiosincrasia, y no le veo solución alguna.
El problema de la batalla de Endesa, ya lo he dicho muchas veces, es que no es una historia de buenos y malos: aquí no hay buenos, incluidos Zapatero y Merkel. Más que una política de parapetos, ambos han hecho una política de paletos. El jueves se ven las caras en Bruselas. Tengo para mí que no servirá para nada
Eulogio López