• Los administradores judiciales se quedaron atónitos al descubrir la existencia de esta filial 'oculta'.
  • Y decidieron venderla -principios del mes de agosto- para evitar conflictos con el Gobierno argentino.
  • Y para allanar el camino de Argenova, la filial argentina de la pesquera, en concurso de acreedores desde mayo de 2013.

Cuando aterrizaron en Pescanova, Senén Touza y Santiago Hurtado, los hombres designados por Deloitte para pilotar la empresa durante el concurso de acreedores, se quedaron atónitos al descubrir la existencia de Lafonia, una filial del grupo en las Islas Malvinas. ¿Cómo es posible que la compañía tenga una filial en las Malvinas y, al mismo tiempo, otra -Argenova- en Argentina Como no podía ser de otra forma, la existencia de la primera se había llevado siempre con la máxima discreción. No convenía levantar suspicacias con el Gobierno argentino.

Lafonia contaba, a su vez, con dos filiales: Polar, en las Malvinas, y Antartic Sea Ficheries, en Chile, con permiso para pescar en las Islas Georgias, muy cerca de las Malvinas. A través de Lafonia, Pescanova era de las pocas compañías con permiso para faenar en las exclusivas aguas de la Antártida.

Pero el riesgo político era demasiado elevado. Touza y Hurtado no lo dudaron: había que vender Lafonia y había que hacerlo de la manera más discreta posible. Dicho y hecho. La operación se llevó a cabo a principios del mes de agosto y aunque no trascendió la cuantía de la venta, podría rondar los 17 millones de euros.

De esta manera, además de salvar la relación con el Ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner, Pescanova allanaba el camino de Argenova, su filial argentina, en concurso de acreedores desde mayo de 2013 y que cuenta actualmente con unos 1.000 trabajadores, 18 barcos y con una deuda bancaria de 22 millones de euros.

Pablo Ferrer

pablo@hispanidad.com