Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, es una política a la que Mariano Rajoy ha cometido el error de marginar. Ella lo sabe, y por ello ha llegado a ese nivel en que te importa un bledo el qué dirán, un estrado al que muy pocos políticos acceden incluso tras su jubilación. Pero es que encima Aguirre está en activo.

Además, su política de comunicación debería ser imitada por La Moncloa. Me explico: doña Esperanza nos anuncia una rebaja del salario de los funcionarios -regular- una mayor rebaja de los salarios de los políticos -bien- y una reducción del número de políticos, en concreto de los diputados del parlamento regional (17 parlamentos en España, oiga usted, más el Congreso y el Senado).

Una de esas medidas contra la que braman los políticos asentados -se pueden quedar sin asiento- y que el pueblo, que está hasta el gorro de la clase política, aplaude con manos y pies. Como aplaude el fin de las subvenciones para partidos políticos y sindicatos.

Sólo que en la misma sesión del Consejo de Ministros autonómico nos arrea con otra subida de tasas, impuestos, sanciones y prestaciones. Nos coloca un peaje en las autovías (oiga doña Espe, que las autovías en una megaurbe son calles urbanas que no puede evitar), nos eleva el transporte urbano -eso un poco antes-, y, en general, nos da menos por más.

Lo mismo hace el Gobierno español de Mariano Rajoy, sólo que sin prometernos una reducción del tamaño del Estado. Desde que llegaron al poder, los populares, el partido que iba a rebajar los impuestos, no ha hecho otra cosa que subirlos. Lo que no ha subido son los salarios. ¿Seguro que les votamos para esto, don Mariano, doña Espe? Porque, además, ¿no quedamos en que la forma de reducir el déficit no consistía en subir los impuestos sino en reducir los gastos?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com