Pertenezco al club de los que piensan que la humanidad habla más que escuchar y de que, verbigracia los discursos no se oyen si no se leen.

El presidente de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), Ángel Boixadós, acaba de dar en el clavo durante su genial discurso, pronunciado con motivo de la entrega de los Premios Tintero y Secante, es decir, los galardones que los propios periodistas de información económica conceden a las instituciones y empresas que más informan y a la que menos. De lo que se deduce que los secantes son mucho más fáciles de otorgar que los tinteros.

Pero no quiero perderme. Boixadós ha dicho tres cosas. La primera, y más importante: 1. Los ataques a la exclusiva. A un director de comunicación (Dircom) le escuché decir que una exclusiva no es más que una filtración interesada. ¿Y qué? Lo que al periodista debe importarle no es que sea interesada sino que sea cierto y no atente contra el honor y la intimidad de las personas. ¿Por que los poderosos de la política, de la economía o de la cultura -estos son últimos son los más peligrosos- detestan la exclusiva? Porque lo que desean, naturalmente, es que los medíos informativos se conviertna en una fotocopiadora de sus propios comunicados, de lo que puede decirse lo de los británicos: Ninguna noticia pide darse por cierta hasta que no es oficialmente negada por el Número 10.

Boixadós recoge una derivada de este odio a la exclusiva: se lucha contra ellas porque -y así lo semi-recoge la normativa europea y española en la materia- podría alterar la libre formación de precios, amén de atentar contra el secreto profesional del periodista. En Román paladino: que por secreto profesional, el periodista debe guardar silencio sobre cualquier escándalo. Esto es algo parecido a decirle a un juez que no puede condenar a un  ladrón porque estaría difamando al reo. Pues que conste que es, exactamente lo que se está haciendo.

2. Boixadós denuncia a los directores de comunicación que han aislado a los líderes sociales tras un escudo de asesores de información y gorilas. Es la democracia televisada, un espejismo de libertad de prensa donde lo único que gira cerca del ministro, del banquero o del director de cine de moda, es la cámara, pero no los periodistas. Ruedas de prensa sin posibilidad de réplica -o de preguntas-, actos que los periodistas siguen a través de un monitor en salas contiguas, ruedas de prensa sin preguntas y sigan ustedes contando. El presidente de una multinacional es, ante todo, el portavoz de la misma. Bueno, era antes. ¿Y los reguladores, nacidos para la transparencia? Aún peores que los entes privados o los Ministerios.

3. Por último Boixadós alude a la difícil situación financiera de las empresas periodistas pequeñas y a la falta de editores con vocación... de editores. De acuerdo con lo segundo, pero no con lo primero. En efecto, faltan editores con espíritu de editores, porque, en el siglo XXI, los señores de la prensa no es que estén con el poder: es que son el poder. Se lo resumo en una frase genial que le escuché al nuevo primer ejecutivo de A-3 TV, el inefable: Los empresarios no son ni buenos ni malos, son creadores de riqueza.

Ahora bien, discrepo de la primera parte. Que no, que lo que no se enseñaba y lo que enseñamos en la facultades de periodismo es mentira: la independencia y la libertad de prensa es un tren que circula por vía estrecha: los grandes multimedia tienen una cuenta de resultados más saneada (¡O no!) pero también tienen una estructura de costes elevada, que no sólo necesita miles de euros sino decenas de concesiones y licencias públicas. El medio pequeño es libre porque tiene menos gastos y los periodistas que trabajan en medios grandes son esclavos.

Y eso es lo peor de todo, el cuarto punto que añadiría al discurso del presidente de la APIE. Lo malo es que los periodistas de los grandes multimedia, en números negros, es gente seria de serias compañías, esclavos de los intereses de sus propietarios. El peor tipo de servilismo, el del siervo sometido que se cree libre. Vasallos que no saben que lo son, aunque, eso sí, sobradamente preparados: el inglés y la informática la dominan como nadie.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com