Hay que agradecerle al secretario del Grupo parlamentario popular, Jorge Fernández Díaz, su defensa, en la tribuna del Congreso (ver texto completo) de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) del Foro de la Familia contra el gaymonio. Asimismo, hay que animar al Foro para que continúe con su labor en defensa, no del matrimonio y de la familia, sino del sentido común, que también tiene su importancia. Porque a día de hoy, si hay algo que necesita una defensa más entusiasta que la familia es el sentido común. Y dicho esto…
Dijo Fernández: "Nuestra posición no va contra nadie… Hubiera sido muy fácil obtener un consenso total en esta Cámara en torno a una legislación específica para regular las parejas de hecho si hubiera existido esa voluntad en el señor Zapatero".
Esta es la postura del Partido Popular, considerar que lo del homomonio es una cuestión semántica: si a la cohabitación –y perdón por el prefijo- de dos gays la llamamos de otra forma que no sea matrimonio, el PP y el propio Foro se darían por satisfechos: habríamos lavado el honor de la familia.
Pero no. El problema no es circunstancial, sino esencial. Como dirían los viejos economistas, no es coyuntural sino estructural. La aberración no es el matrimonio homosexual -el gaymonio, es, sencillamente, una horterada grandiosa- sino la homosexualidad. Lo antinatural, es que un señor le meta a otro el pene por el recto, y lo extraiga pringado de caquita, y a eso le llamen Sus Señorías una opción sexual y la lucha por el derecho a la diferencia u otro tipo de familia. Menuda diferencia. La homosexualidad, antes que el homomonio, es una aberración natural por la sencilla razón de que la naturaleza no ha preparado a los seres humanos para forzar los esfínteres. La única relación sexual que la naturaleza acepta es la de hombre y mujer, cuyas fisonomías son perfectamente complementarias… como lo son sus psicologías.
Y es la única relación sexual posible porque es la única que, salvo error, omisión o impedimento, genera nuevos seres humanos. La homosexualidad no es matrimonio, pero tampoco es sexo, es sólo una grandísima cochinada. Una cochinada evidente, pero recordemos que si algo odia la progresía es la evidencia. La sodomía es tan artificial como una pierna de palo.
Dicen que es la influencia de la Iglesia católica la que fuerza a plantear tan retrógrada conducta como la de Fernández o el Foro, pero resulta que también esto es falso. La Iglesia no dice que el gaymonio atente contra la naturaleza y contra el orden moral: lo que atenta contra ambas realidades es la homosexualidad en sí misma. No lo digo yo, lo dice monseñor Elio Sgreccia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, en una entrevista realizada por el director de Opinión de Hispanidad, Javier Paredes, en Radio Intereconomía, el pasado domingo 4 (ver trascripción completa). Sgreccia no sólo aclara que la regulación de parejas de hecho atenta contra la doctrina católica, sino que atenta contra la ley natural, independientemente de cómo le denomines. No, ni la postura defendida por Fernández ni la ILP del Foro sigue la doctrina de la Iglesia.
Además –esto no es de Sgreccia, es mío- no todo lo que existe debe ser regulado. No estaría bien visto regular el asesinato, ni el robo, ni el estupro. Por la misma razón, deberíamos regular la violencia de género, que pasaría a ejercitarse en lugares preparados al efecto y bajo control médico. Y tampoco se regula la convivencia entre dos hermanos solteros, ni entre un grupo de estudiantes, ni entre chicas que deciden compartir un apartamento para ahorrar costes. Entonces, ¿por qué regular la vida en el mismo piso de dos homosexuales, que tampoco van a generar nuevos seres, porque la naturaleza –siempre carca y reaccionaria- se lo impide?
Por tanto, la verdad es que tampoco el Foro de la Familia está defendiendo la postura cristiana, ni la ley natural y, por lo tanto, tampoco la doctrina de la Iglesia. Respecto al PP, bueno, no se le puede acusar de haber traicionado ni la doctrina cristiana ni la ley natural… porque nunca ha sido defensor de ninguna de las dos. Y si me dicen que el PP no es un partido confesional les responderé que la ley natural no es confesión alguna, sino lo que impone la naturaleza humana.
La verdad es que nunca he visto a tanto denostadores de la familia luchar con tanto ahínco –dada la cuestión tratada se ruega al público lector no hacer rimas fáciles- a un colectivo como el gay… que nunca ha creído en ella. Para mí que aquí hay algo –el Cielo me perdone- de hipocresía y doble moral.
Eulogio López