Don Francisco Navero Zafra tiene razón en su buenísima participación sobre este tema en el excelente informativo Hispanidad. Pero para poder realmente determinar las consecuencias de un secuestro tenemos que recurrir a los expertos, a aquellos que han probado ser los mejores en este sucio negocio.
Por lo tanto vamos a analizar la historia de México. En los años 70 llegó al poder un abogado comunista (¡claro, del PRI!) llamado Luis Echeverría. El primer acontecimiento de su mandato fue el secuestro de su gran amigo y Director General de Aeronaves de México, Julio Hirshfield Almada. Y aquí empieza lo bueno. Inmediatamente después de que se hace público el secuestro el Presidente ordena que se pague el rescate por la Secretaría de Hacienda. El pueblo de México queda perplejo (como hasta la fecha) y nadie levanta la voz.
Sólo un abogado de nombre Alberto G. Salceda escribe un extraordinario artículo para la prensa titulado El Presidente Se Acusa De Peculado y en el cuerpo menciona con lujo de detalle cómo debe ser procesado el Presidente por la comisión de ese delito. Nunca se publicó. Ninguna editorial de ninguna especie quizo publicarlo. Era obvio que en ese momento se habían sentado las bases firmes para el establecimiento de un negocio que perduraría hasta nuestros días en forma verdaderamente escandalosa. A ese secuestro siguió el del suegro del propio Presidente con los mismos resultados.
Por esas fechas también secuestraron al Embajador Alemán en Guatemala. El gobierno alemán anunció que pagaría el rescate cualquiera que este fuere. El Presidente de Guatemala anunció que en Guatemala no se pagaría nunca un rescate, ni público ni privado. Mataron al embajador alemán. Nunca más volvió a haber un secuestro en Guatemala.
¿Esto nos da claramente las consecuencias de un secuestro? No, nos da claramente las consecuencias del pago de rescate.
Por último quiero compartir con vosotros una experiencia casi personal. Un gran amigo fue secuestrado en México y le pedían un millón de dólares americanos. La familia estaba destrozada buscando como obtener esa cantidad de dinero. Le pidieron ayuda a otro gran amigo, hombre muy rico quien contestó que los ayudaría con la condición de que lo dejaran a él manejar el secuestro. La familia aceptó y el protector dijo:en el momento que hable el secuestrador para lo del rescate se le va a decir, ya tenemos el dinero solo que no se lo vamos a dar a usted, lo vamos a emplear en encontrarlo y, usted sabe con un millón de dólares ¡lo vamos a encontrar! y cuando lo encontremos tendremos dos alternativas y no sabemos cuál es la que vamos a tomar En menos de 24 horas fue puesto en libertad.
Alberto Salceda