Las autoridades chinas ignoran la tregua olímpica. Controlan a los reporteros extranjeros y vetan a quienes critican su política antinatalista. Pekín sí utiliza los Juegos para hacer política

No hay tregua olímpica para los ciudadanos chinos. Pekín se salta la tradición y, mientras consigue que Occidente mire para otro lado, la represión cotidiana contra los chinos continúa. Con la excepción de Bush y Sarkozy, los líderes mundiales han hablado de los Juegos Olímpicos como una oportunidad para que China se abra en materia de derechos humanos. Sin embargo Reporteros sin Fronteras denuncia que los defensores de la democracia siguen siendo vigilados, detenidos arbitrariamente y amenazados.   El régimen sínico no sólo no descansa, sino que amplía su campo a los corresponsales extranjeros. Periodistas-es recoge varios relatos de informadores que han tenido problemas con las autoridades.   El principal argumento aportado para que los deportistas no hablaran de derechos humanos es que los Juegos Olímpicos son sólo un acontecimiento deportivo.
Dejando a un lado el hecho de que los derechos humanos no son simplemente una cuestión política, lo cierto es que quien no ha tenido inconveniente en vetar a los asistentes son los propios organizadores. Steven W. Mosher, Presidente de Instituto de Investigación sobre la Población, es un personaje incómodo para un país que impone la política de un solo hijo. En el siguiente artículo, Mosher resume la violación de los derechos humanos que lleva a cabo el gobierno chino en su país y también en el exterior, aliados con dictaduras como la de Corea del Norte.