Sr. Director:
Plenamente de acuerdo con Ud., los psicólogos no estamos para suplir la realidad de la vida y la muerte o darle su sentido, sino para ayudar y enseñar, si la persona no lo supera, a cómo llevar ese dolor y sobre todo el duelo, con diferentes técnicas que desde luego, no es ése el mejor momento de enseñar y aplicar.

No suele ser bueno poner el carro delante de los bueyes. El duelo suele ser mayor en personas no creyentes o indiferentes, cumpliéndose generalmente aunque no en todos los casos, lo que ya dijo San Pablo "...para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza".

Personalmente creo que esa labor hay que realizarla pasado un tiempo y no en ese momento, salvo en casos puntuales, y que suele ser mejor y más efectivo el tratamiento médico con ansiolíticos u otro tipo de medicación, si se precisa, que el psicológico prematuro.

Mucho ruido y el deseo de suplir lo que no se puede suplir en lo humano porque pertenece a otro ámbito. Por otra parte hecho de menos en la carta del Sr. Rivilla la alusión a los novísimos completa: falta el infierno y éste existe. La verdad es que por lo que he podido leer de los sermones del funeral no se habla tampoco de eso. No es lo oportuno indudablemente pero sí que es un momento de reflexión para los vivos.

Mi párroco antiguo sí lo solía aludir a estos temas en los funerales: "esto se acaba y hemos de dar cuentas a Dios. Dios es misericordioso, pero procuremos estar preparados ahora que podemos y vivamos en paz con Dios viviendo como Él quiere, cumpliendo los mandamientos. La muerte es cierta, la hora incierta, estemos preparados", coincidiendo con lo que decía Nuestro Señor: "Velad, por que a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre".

Pero si Cristo Jesús no hubiera hablado tan claro en estos y en otros temas, con seguridad no habría ido a la Cruz; fue demasiado osado e inoportuno, no cabe la menor duda.

Eduardo Pérez

e.p.felsin@correo.cop.es