El todopoderoso ministro de Industria, José Montilla, ha cabreado a las pequeñas distribuidoras y comercializadoras de electricidad, esas que están dispuestas a hacer financiar la acometida al promotor, con tal de quitarles clientes a las grandes compañías eléctricas. En una reciente reunión con el titular de Industria, éste habló de monopolio natural. Novísimo concepto económico que dejó helada a la concurrencia. Hasta ahora, suponíamos que la liberalización eléctrica caminaba, por la distribución y la comercialización, pero resulta que no. Resulta que el monopolio natural aconseja mantener las zonas de cobertura. Es decir, con Montilla se terminó la distribución en cascada. El cordobés-catalán, todo pragmatismo, considera que el monopolio no es mala cosa, mitad por natural, mitad porque a la hora de presionar a las compañías para que mejoren el servicio, es más fácil presionar a cinco grandes que a 50 medianas, si ustedes me entienden.
En cualquier caso, los manuales deben prestar atención al nuevo concepto : monopolio natural, que suena mucho mejor que el monopolio a secas, o monopolio artificial, pongamos por caso.
Y a todo esto, ¿a qué se debe el jarro de agua fría que Montilla ha vertido sobre los pequeños? Pues no a su labor, sino a la de las grandes compañías metidas a liberalizadoras. Por ejemplo, a la penetración en Madrid de Hidrocantábrico y el Canal de Isabel II.