Primera sorpresa: la Comisión Nacional de la Energía no limita los derechos de voto de ACS en Iberdrola, conculcando así, dicho sea de paso, la legislación Rato. Pero lo más grave es que tanto los consejeros del PSOE como los del PP votaron en la misma dirección. Dicho de otra forma: ambos grupos políticos están dispuestos a permitir que, contra todo sentido de reciprocidad y simetría franco-española, la empresa estatal se quede con la joya de la corona del sector eléctrico español.
Pero hay más: el secretario general de la Energía, Ignasi Nieto, sorprendió al tendido en la tarde del pasado jueves, con estas palabras: que EDF se haga con Iberdrola es "injusto, pero la legislación europea lo permite, y España siempre cumple con la legalidad". Cuando la semana posterior a las elecciones, se celebre Consejo comunitario dedicado a la energía, ya se sabrá quién forma nuevo Gobierno. Y la propia vicepresidenta portavoz del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, se niega a tratar la posible OPA de EDF sobre Iberdrola porque se trata de una cuestión "entre empresas". No es así, claro, porque EDF no es una empresa, sino un Ente del Gobierno galo, cuyo presidente es nombrado por Sarkozy, pero cuando los gobiernos quieren dejar hacer hablan de cuestiones empresariales, mientras que cuando justifican su ingerencia prefieren referirse a "interés nacional", "sector estratégico" o "garantía del suministro".
En esta ocasión, lo curioso es que todo el sector, salvo Florentino Pérez, para quien el asunto se ha convertido en una cuestión personal y sólo piensa en liquidar al presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, todos los agentes implicados se llevan las manos a la cabeza al percibir que el Gobierno español no sólo no le para los pies a EDF, sino que parece utilizar a Iberdrola como moneda de cambio. El caso de Endesa, donde la pelea entre españoles y la ingerencia gubernamental hizo que la primera eléctrica, ahora la segunda, pasara a manos del Gobierno italiano, está aún muy presente.
Los agentes implicados, y conjurados para buscar una reordenación del sector, son Repsol, Gas Natural (por tanto, La Caixa), Iberdrola y Fenosa (por tanto, ACS). Tienen poco tiempo y ningún apoyo gubernamental, porque el día 10 de marzo, EDF podría dar un paso adelante. Sigue comprando acciones de Iberdrola, pero podría precipitar las cosas para evitar el contra-ataque, lanzado una OPA. ¿Será por dinero para quien dispone del erario público francés? Por hacer con Iberdrola, dicen en EDF, a lo mejor merece la pena gastar 100.000 millones de euros.
En cualquier caso, lo que teme el sector es que ZP, el "vendepatrias", ceda ante París y Berlín, empeñados en repartirse el sector energético europeo, a cambio de un mayor protagonismo de su Gobierno, de él mismo, en el escenario europeo.
Vueltas que da la historia: ahora resulta que el patriotismo económico está radicado en los empresarios, no en los políticos: el mundo al revés.