Sr. Director:
En nuestra sociedad vivimos rodeados de abusos perpetrados bajo banderas de exaltación de la libertad pero a mí, como a todos, me enseñaron que mi libertad acaba donde empieza la de los demás.

 

He escuchado críticas y bulos quejándose de las restricciones hechas en ciudades como Valladolid donde se han prohibido actos como bañarse en las fuentes púbicas en paños menores o pasear desnudo por la calle. Yo arriesgándome a ir contracorriente pediría un aplauso.

Un aplauso por garantizar mi libertad, mi libertad a vivir de forma tranquila y cívica sin tener que contemplar las ocurrencias insólitas de algunos que justifican sus actos de borrachera con discursos de libertad y progreso cuando en realidad de lo que hablamos es de desconsideración a los que les rodean y de un egoísmo exacerbado.

Andrea Martí