El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, se encontraba en su coche oficial, con su correspondiente vehículo de escolta ubicado justamente detrás. Extraño en él, comienza a desesperare y se pone en comunicación telefónica con su despacho. Le responde Coral, una de las tres secretarias que atienden la Gobernaduría. El gobernador, audiblemente alterado, le pide la estación de metro más cercana, porque le urge salir de aquel pandemonio. La secretaria le dice que ella no conoce la red de metro, transporte que no utiliza nunca. El gobernador, no se sabe si en metro o en helicóptero, consiguió por fin llegar al caserón de Cibeles. Lo primero que hizo, fue dirigirse a Coral, echarle un chorreo por su incapacidad y negligencia y echarla. No exactamente a la calle, porque forma parte del personal del Banco de España, pero ahora se encuentra a la espera de destino después de haber tenido el mejor de los destinos en la casa.
El hecho de que Coral fuera, precisamente, la secretaria de confianza del anterior gobernador Jaime Caruana, no tiene nada que ver con este asunto. El señor gobernador no es nada sectario. Lo único es que le encanta humillar a sus subordinados. Como el chiste del escorpión, es cuestión de carácter.
Otrosí. A cada uno lo suyo : no deja de resultar sorprendente que una secretaria residente en el Madrid del alcalde Gallardón, cuatro años de obras, donde la única forma de moverse es el suburbano (al menos cuando no está estropeado), no controla el mapa del Metropolitano. Ahí hay que darle toda la razón a MAFO. Es casi una cuestión de responsabilidad social corporativa. El gobernador no tiene por qué conocerlo, dado que sólo viaja en transporte colectivo cuando un atasco le retiene, pero una secretaria