A partir de hoy vamos a vivir días de luto social.
Con la entrada en vigor de la Ley del aborto, se ha eclipsado todo brote de progreso y beneficiado el lucro de los abortorios. Como abogado me duele que la sinrazón gane dando una atroz vuelta de rosca destinada a la muerte de inocentes. La pertinaz e incesante alevosía gubernamental, unida al porfiado empeño del Ministerio de Sanidad, hacen de esta ignominiosa y letal ley, un claro ejemplo de retroceso social que enaltece el material y sibilino hedonismo coyuntural.
Cuando la ideología política limita la existencia humana a parámetros de pura utilidad, sin opciones alternativas y viables, la degeneración crece sin medida. Mientras, el Tribunal Constitucional, como máximo intérprete de la Carta Magna, quien a su vez ostenta el monopolio de la adecuación legal a la Constitución, resuelve el recurso interpuesto por el PP que respeta y protege la vida y la maternidad.
Quizá muchos inocentes no verán la luz por la tenebrosidad de un frío y desalmado bisturí. Esperemos que el Alto Tribunal no se contradiga con su jurisprudencia (fuente de Derecho) que desde hace años obra a favor de la vida.
Vicente Franco Gil