Para nuestros lectores hispanoamericanos, hay que aclarar que Leganés es una ciudad dormitorio de Madrid, un barrio capitalino, donde se instaló un hospital público de grandes dimensiones, con nombre del Nóbel español, Severo Ochoa. Al médico del servicio de Urgencias, Doctor Luis Montés, se le morían demasiados pacientes; eso provocó una denuncia y el médico fue destituido por el Gobierno regional, en manos del Partido Popular, bajo sospecha de que, en pocas palabras, estaba eutanasiando a sus pacientes. Gran bronca, montada por la oposición política madrileña, es decir los socialistas, y conversión del centro hospitalario en el epicentro del la campaña pro eutanasia, otro regalo con el que el presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero, no ha regalado a los españoles.
Y esto es lo bueno : políticos, sindicatos, siempre apoyando las demandas sociales del pueblo -entre las que se cuenta la de morirse a tiempo para no ser gravoso a las cuentas públicas-, corporativismo médico y medios informativos progresistas, han convertido al doctor Montes en el héroe de la eutanasia. El viernes, el Colegio de Médicos hacía público el informe pericial solicitado y toda la campaña pro-eutanasia se vino abajo. El informe no puede ser más duro, así que Polanco, siempre Polanco, tuvo que enmendar una vez más, los errores ajenos. Yo creo que don Jesús tendría que recordarles a algunos que él no va a vivir siempre.
Analicemos la información de El País en su edición del martes 6 de junio. Yo también soy el doctor Montes, titula una emocionante reportaje con una instantánea donde no aparecen muchas personas, la verdad, pero está claro que el hospital está con él, a pesar de que el doctor Montes tiene la delicadeza de situarse en la última fila cuando se celebra una asamblea en su apoyo, no vayan a pensar que está fiscalizando, de la mano de su buena amiga, Isabel Serrano, la Junta de Personal, las adhesiones inquebrantables y los esquiroles partidarios de los pacientes.
Pero antes que informar, El País ha opinado. En sus páginas editoriales, el diario de Polanco se siente abrumado por la trifulca política entre socialistas y populares, trifulca lamentabilísima, obviamente, que se ha ejecutado sin atender demasiado al daño que todo ello podía significar para los profesionales implicados y para la imagen del hospital. En ningún momento del editorial se nos habla de los pacientes fallecidos, un asunto secundario cuya relevancia no puede compararse
El rotativo, partidario de la eutanasia, aunque esto no deja de ser una mera coincidencia, también se muestra muy dolido, porque se ha exagerado el contenido del informe. Sí, es cierto, el informe habla de sedaciones excesivas, malas prácticas médicas y se establece una clara relación entre esas sedaciones excesivas y el fallecimiento de los pacientes. Justo lo que afirman los familiares de los difuntos y las asociaciones de defensa del paciente, dos colectivos que se caracterizan por su tendencia reaccionaria.
Si a la información nos atenemos, nos encontramos con que los manifestantes pro-Montes, analizan con esta elegancia lo sucedido : El problema son los pacientes ¿Se fiarán de nosotros con todas las mentiras que se han dicho? Pues tiene razón: el abajo firmante solicita desde estas pantallas que si sufre un accidente en Madrid me trasladen a cualquier centro menos al Hospital de Leganés, especialmente si mi estado de salud fuera grave.
Pero la precitada Isabel Serrano es la que marca la pauta. Ojo al dato : lo malo no es que el Colegio de Médicos haya concluido que el doctor Montes sedó con exceso y de mala forma a varios sus pacientes, y que estas sedaciones excesivas estuvieron relacionadas con su fallecimiento, el problema es que haya salido en los medios.Esto es lo realmente grave porque, Serrano Dixit, ha vuelto a generar la alarma social. Es decir, que esto de la transparencia es cosa mala. O mejor es la opacidad, virtud democrática donde las haya. Claro que a doña Isabel no le preocupa que se conozca el dictamen del Colegio de Médicos: por ejemplo, si en lugar de darle un palo al doctor Montes hubiera apoyado la tesis de Montes y de Serrano, a doña Isabel no le hubiera importado nada, lo que se dice nada, que se diera a conocer. Esto demuestra su rectitud de intención.
Otra trabajadora pro-Montes (los anti-Montes no hablan) solicita a los pacientes que continúen confiando en Hospital. Es lógico. Si no confían, el hospital se hunde, y con ellos el salario de la trabajadora, o al menos, dado que es un centro público, su prestigio profesional.
Y a todo esto, ni el grupo pro-Montes del Hospital de Leganés, ni El País dicen lo más mínimo sobre los fallecidos y sus familiares. Tiene razón: son unos indeseables.
Y con estos mimbres, y aprovechando el dolor de unos familiares que sienten que el suyo se les va, la familia, verdadera prisionera del criterio del médico, acepará lo que le digan. A fin de cuentas, ¿qué sabemos los miserables mortales de la medicación que hay que administrarle a un enfermo?
Por cierto, si algo me llama la atención de los médicos eutanásicos es su obsesión porque el paciente terminal no recupere la conciencia. Y es que el médico progresista, supongo, debe de pensar que, si la recupera podría hacer un acto de contrición, una práctica nefanda que debe ser cuidadosamente evitada. El oscurantismo medieval, no lo olvidemos, acecha donde menos te lo esperas.
Eulogio López