Sr. Director:

Hay quienes acusan a los actuales obispos de negar la comunión a los divorciados. Fue el mismo Jesucristo quien afirmó, que quien repudia a una mujer y se casa con otra comente adulterio.

El adulterio, las relaciones sexuales previas al matrimonio, o las realizadas impidiendo la concepción, las calumnias, el incumplimiento del precepto dominical, los deseos impuros, el aborto, las estafas, las blasfemias etc... se consideran pecados mortales con los que no se puede acceder a la eucaristía sin acudir antes al sacramento de la confesión.

Todos ellos, aunque distorsionan la imagen y semejanza a la que Dios nos creó y suponen una ofensa hacia su persona, son perdonados por Jesucristo. En el divorcio se exige además el cese de esta convivencia irregular.

Eva María Catalán

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