No se entiende muy bien el bombo mediático de Ibarretxe si quería hacer discreta su ronda de contactos políticos con todas las fuerzas políticas, incluida la ilegalizada Batasuna. Si pretendía discreción, no conviene dar cuartos al pregonero. Pero es que además, doble contra sencillo a que esos encuentros "discretos, aunque no secretos" van a ser reproducidos en varios medios de comunicación.
Porque la comunicación se ha convertido en un arma de la política. Y resulta extraño que no haya filtraciones interesadas de esas conversaciones. Máxime cuando el lehendakari ha puesto la miel en los labios a los informadores.