El problema no es si se aborta o no sino la división que provoca el PSOE con su nueva ley, asegura Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular. Es como decir: El problema no es si los terroristas asesinan o no, sino la división que producen entre los españoles.

La coincidencia entre Trinidad Jiménez y Dolores de Cospedal va más allá de su retórica y de su dialéctica y trasciende la lamentable división partidista: estamos ante dos cabezas igualmente huecas.

El PSOE nunca tuvo remedio, al menos desde que migró desde la izquierda a la progresía, desde la justicia social al capitalismo abortero, esto es, homicida. Del PP podemos decir que como la Venus de Milo, todo lo que nos queda de él es admirable y que, como ocurre con las grandes corporaciones es un barco que hace aguas por la parte superior.

Porque la grosen chorradem convierte el mensaje del socialista Pepiño Blanco, en creíble. En efecto, aquí la cuestión de fondo es si el aborto es un asesinato. Si lo es, no puede permitirlo en ninguna de sus formas. El PSOE asegura que no es un asesinato o que, al menos, es muy necesario. El PP sólo dice que el asesinato promulgado en 1985 no es como el de ahora, el de 2009, y que por eso apoya el del 85 pero no el del 09. Lo del PSOE es homicida y mentiroso, lo del PP es homicida y estúpido.

Los obispos han apoyado con entusiasmo la convocatoria. Espléndido. Ya he hablado del siempre ilusionante proceso por el que la Conferencia Episcopal Española está cayendo en la cuenta de que el PP tiene tanto de cristiano como el abajo firmante de obispo de Murcia. Lo malo es que, una vez creado el monstruo, es difícil de destruir. Vamos que el PP tiene secuestrado, no sólo el voto católico, que eso siempre puede cambiar, sino la voluntad de muchos católicos de buena fe. Y conste que lo que está cabreando a algunos obispos es algo más concreto: es la actitud, no de las cospedales y, sorayas, arenas o ponses del PP, sino aquellos altos cargos que blasonan de su condición de católicos en las filas del PP, cada vez más marianistas y menos mariano. Sus excusas ya suenan tan rancias que los obispos comienzan a perder la paciencia. Como ese famoso parlamentario, siempre ubicado entre sotanas, que no deja de repetir en monasterios y recintos curiales que el PP es el partido que protege la vida o aquel otro diputado, a quien nunca le llega el momento de hablar claro. O aquellos miembros del mariachi pepero que continúan asegurando que si Aznar no cambió nada -he dicho nada- en la legislación abortera que se encontró en 1996 fue porque no pudo.

Por cierto, señoras Jiménez y Cospedal: no se puede reabrir un debate sobre el aborto porque en España jamás ha existido un debate sobre el aborto, es decir, jamás se ha hablado sobre cuándo comienza la vida, bueno salvo en el marco del Pensamiento Aído.

Por eso mismo, las más de cuarenta organizaciones que han sido convocadas a la manifestación del 17-O (a la que hay que acudir, sin duda) deberían -insisto-  prohibir la presencia, al menos en el proscenio, incluso en platea, no sólo del PP sino también de los peperos. Más que nada para que el engaño no cunda. No deben acudir porque el problema del aborto no es al aborto, sino la división. Algo parecido a cuando los sevillanos aseguran que la Monumental de los madrileños es la mejor plaza del toros del mundo y que su Maestranza es otra cosa. Do you follow me?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com