Recientemente, Hispanidad publicó anuncios de Google. Es decir, nos lanzamos a la publicidad del futuro. Empezando por el final, pedimos perdón por ello a nuestros lectores.
Veamos: el gran buscador de Internet publica anuncios que distribuye de forma automática en los millones de páginas WEB de la Red. Es una máquina la que selecciona el tipo de anunciante que se atribuye a cada medio, de forma automática, es decir, objetiva (Bonita palabra, ¿verdad?). A partir de palabras clave, la máquina decide los mensajes propagandísticos que inserta.
A partir de ahí ocurrieron cosas como las siguientes: Hispanidad denostaba el aborto y la máquina de Google nos colocaba anuncios de clínicas aborteras o del mercado del porno. Hispanidad hablaba de la necesidad de familias naturales, y la máquina de Google nos colocaba anuncios de bufetes especializados en divorcios express (por no más de 400 euros, oiga usted). En Hispanidad nos referíamos a salarios bajos, y de inmediato aparecía un anuncio de ciertas y peligrosa casas de crédito fácil que proporcionaban dinero al alcance de todo el mundo en 24 horas. En resumen, descubrimos que nada más objetivo que el automatismo de un ser no pensante, ergo, nada más estúpido que la objetividad. Aún más, sospecho que la objetividad humana no es más que eso : el pensamiento débil, es decir, el no pensamiento.
La máquina de Google funciona como el viejo chiste del editorialista del ABC (no me pregunten por qué, pero siempre se lo atribuían al ABC):
-Redacte usted un editorial sobre la Inmaculada Concepción.
Ante lo que el aludido, prisionero de la rutina de la máquina, inquiría:
-¿A favor o en contra?
Así que nos vimos forzados a abandonar una fuente de ingresos que, estamos convencidos, constituye el futuro de la prensa libre, y, a día de hoy, con todos sus defectos, no hay otra prensa libre que la prensa electrónica. Es más, intentamos que Google nos dijera si podíamos filtrar sí, filtrar es censurar- aquellos anuncios que atenten contra el ideario católico (sí católico, no cristiano) de Hispanidad.com.
La respuesta de Google, y probablemente esto sea lo más grave de todo, fue que no, que no disponían de esa aplicación. A posteriori lo que se llama en las facultades de periodismo régimen represivo- sí es posible, pero la censura preventiva no.
O sea, como dijo el genial Groucho Marx: Estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros.
Tres cuestiones:
1. La máquina es tan rigurosa como idiota. De hecho, los periodistas sabemos que nada más lejano de la verdad que el rigor y nada más lejos de la certeza que la objetividad. O como decía aquél: Dios nos libre de la funesta manía de pensar. Pensando, pensando, podríamos llegar a tener una convicción, lo que, a su vez, provocaría un compromiso.
2. la humanidad se divide en dos grupos: los que creen en algo y los que no creen en nada. Éstos últimos se aferran a la objetividad, porque la persona necesita una agarradera si no quiere precipitarse al vacío. Por ejemplo : nada más objetivo que los valores bursátiles, los únicos valores en lo que cree los que no creen nada.
3. La modernización consiste en relativismo puro. A aquellos que creen en algo, y no están dispuestos a ceder en sus principios, se las verán en figurillas para sobrevivir. Créanme: el progresismo relativista es darwinista aunque con un matriz singular: no sobrevive el más fuerte, sino el más tonto y el más incoherente. Con la modernidad a lo Google se hace realidad el aforismo del genial Groucho Marx: Estos son mis principios pero si no le gustan tengo otros.
Y habrá que insistir: el periodismo objetivo es la mejor defensa contra la verdad. El futuro de la comunicación está en terminar con la objetividad. Todo confidencial que pretenda parecerse a la prensa diaria o a los .es, o ediciones digitales de los periódicos de papel, está perdido, no sé si perdido para el éxito comercial, pero sin duda perdido para la libertad. El nuevo periodismo no es sino la subjetividad de atreverse a proporcionar las claves, el significado de lo que ocurre. Lo que, por otra parte, no deja de ser el origen mismo del periodismo, aquella mezcla de información de actualidad y de literatura, cuando los plumíferos no eran notarios de la actualidad, sino señores que contaban historias acaecidas hacía poco tiempo. Y hete aquí conciliados el pasado y el futuro, en amigable compañía. Lo único que nos falla es el presente. Bueno, y Google.
Eulogio Lopez